sábado, 21 de julio de 2012


Reconozco que es sencillo atraer la atención, lo difícil es superar la necesidad de ello. De niño una buena casqueta te calma de vez en cuando, un “no quiero” acompañado de un apretamiento labial es suficiente. A veces en la continua de la vida las bromas se convierten en actos y rayan brutales los tiempos del crecer, pero consigues atención. Los vi prepararse para la vida; el tonto se echaba colonia para emborrachar las narices y el listo se procuraba lectura que le diese diálogos interesantes, esos que se tornan aburridos cuando la flor de la vida anda explotando pistilos como granos en la cara de cualquiera. La competición es dura y ya no se premia al que llega el último, no hay madre que te acompañe cuando caes y solo queda seguir leyendo; hay que vivir, aunque sea las historias de otros. De paso llamaremos la atención por ser el del tercero izquierda, por trabajar de ocho a ocho y por ser el que espera que una casqueta y un “no quiero” sirvan de una vez para algo. 

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