Reconozco que es sencillo atraer la atención, lo difícil es
superar la necesidad de ello. De niño una buena casqueta te calma de vez en
cuando, un “no quiero” acompañado de un apretamiento labial es suficiente. A
veces en la continua de la vida las bromas se convierten en actos y rayan
brutales los tiempos del crecer, pero consigues atención. Los vi prepararse
para la vida; el tonto se echaba colonia para emborrachar las narices y el
listo se procuraba lectura que le diese diálogos interesantes, esos que se
tornan aburridos cuando la flor de la vida anda explotando pistilos como granos
en la cara de cualquiera. La competición es dura y ya no se premia al que llega
el último, no hay madre que te acompañe cuando caes y solo queda seguir
leyendo; hay que vivir, aunque sea las historias de otros. De paso llamaremos
la atención por ser el del tercero izquierda, por trabajar de ocho a ocho y por
ser el que espera que una casqueta y un “no quiero” sirvan de una vez para
algo.
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