miércoles, 25 de julio de 2012


Llevo tiempo dando la vara con la coyuntura que vivimos y cada día, al ver las noticias y las consecuencias de las crónicas de días, de meses, incluso años pasados me entran ganas de salir corriendo. ¿A quien le importa el calentamiento global? Ahora todos dicen que sí, que nos importa y mucho y que da miedo, que… en fin, esas cosas que decimos y tenemos preparadas por si se presenta la ocasión en una charla con amigos. Y yo digo en voz alta que no nos importa. Lo digo porque veo como nos pasamos el día apesadumbrados, bebiendo cosas bonitas o cervezas para que este calentamiento social, el que de verdad afecta, no nos coja tan espabilados como para querer morir. Suena muy mal, suena patético y me da que lo es, y tampoco esto, pareciendo que sea importante, nos importa lo suficiente.
Andamos agarrados a una forma de vida que tiene que cambiar, a la fuerza o porque debe hacerlo y como nos asustan los cambios andamos silbando y mirando solo para algunos lados, quizás los que a otros les interesan.
Qué cada día hay menos hielos en los polos… Qué cada día desaparecen numerosas especies… Qué eso que nos ayuda a respirar, la tierra, se quema… Nada, no pasa nada. Porque lo realmente importante es lo que cada uno tiene en su casa y no quiere saber nada de la del vecino. A veces por sentirnos bien, nos solidarizamos, pero cuidado, a ver si va a ser que a la que salgamos de nuestros pequeños reductos, lo nuestro, lo que de verdad interesa se enferme, se pierda o nos lo quiten. No es culpa nuestra si tenemos miedo a perder lo poco que nos queda. Andábamos asustados por bajar en la posición como país desarrollado, luego la de la lista de europeos felices, seguido por la de alegres consumidores y al final la de gente normal. Ya es triste verse en listas malditas.
Lo jodido es que por mucho que lo intentemos no conseguimos juntarnos, tener así la suficiente fuerza para proteger más territorio y no solo el nuestro propio. Peleamos a brazo y espada por lo que nos toca, miramos de reojo a los que ya lo perdieron todo e intentamos patalear con fuerza, sin conseguir nada. No van a venir con ningún tipo de ayuda, aunque le llamen rescate. Ver al vecino en la miseria es como cuando nos dicen que se ha descongelado Groenlandia. Lo nuestro, lo nuestro, eso sí que es importante, porque para otros menesteres ya tenemos encargados. Aunque les vemos como lo hacen, como lo hicieron y que no sirve para nada, que seguimos siendo un planeta chorra con inventos económicos, que son absolutamente irreales, que nos quieren convencer de que tienen mucha importancia y cada día lo tengo más claro, no la tienen, menos para un núcleo familiar. Juegan con nuestro pan en las bolsas, hacen escrutinios con nuestras vidas como niños que juegan y gana el que más canicas tiene. ¿Por qué no dejamos de perder el tiempo? nos unimos, nos importamos un poco más unos a otros y peleamos por aquello que de verdad es lo que nos ha de sacar de esta mierda. A todos los niveles… el deshielo se junta con la paga extra, la cola del comedor de beneficencia o el derecho a la vida; se revuelven, se mezclan porque hay algunos a los que no les gusta que salgamos de las listas, las malas listas que siempre están manipuladas, como nosotros mismos.

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