Algunas veces leo cosas que desconciertan mi natural ser. No
es que sea muy “natural” en el sentido de haber nacido con ello, pero casi;
esas ideas, esas aptitudes que nos llegan en la cuna, a veces ya estando en la
barriga de nuestra madre, y que se instalan para hacernos, no mejor la vida,
pero sí más llevadera según sea nuestro entorno social. Me escama que con el
paso del tiempo muchas de las ideas propias de mi pequeña sociedad se vayan
desmontando, porque nos las enseñan y no nos dan otro consuelo. Las personas
tenemos nuestro modo de solventar los incidentes que nos rodean y en muchos
casos hacerlos casi divinos. Recuerdo que me enseñaron que cuando se caía al
suelo un pan se recogía, se besaba y según mi abuela se decía: “Bendice el pan
nuestro de cada día” y asunto concluido. No había gérmenes que valiesen y si
veías que tenía polvillo lo sacudías en la camiseta y tan contentos. No íbamos a
tirar un trozo de bocadillo o la rebanada solo por haber caído en un descuido.
Te llevabas el consabido: “Eres tonto o qué?” “si es que no paras quieto!” y ya
está, nadie salía perjudicado con esto. Ahora no sirven los dichos populares, todos
han cambiado tanto que mi abuela o yo misma, de haberlos seguido, habríamos
muerto hace años… de aburrimiento.
Veo que se ha parado en el consumo, ese que se tiene cuando no
te duele el bolsillo y creo que la ciencia debería darnos algunos remedios “naturales”
o caseros para que no nos sintamos culpables. Dile a una madre a la que le
cuesta un Congo hacer el bocadillo que no se puede recoger del suelo, dile que
deje de tirar de papelitos húmedos para limpiar el culo del bebe y que vuelva a
las esponjas y el agua de toda la vida. Porque los niños ahora no saben lo que
es un culete “restregau”, ni muchas madres jóvenes una pomada en un pandero de
pequeño príncipe. Los que vengan, tal y como andan las cosas van a tener que
mear menos, ya no se puede ir tirando de pañales a la más mínima. Seguro que algún
listo organiza cursillos para enseñar que se puede usar unos lienzos de tela
blandita que después de manchados se lavan, que hay unos plásticos muy útiles
que los envuelven y así el niño no va humedeciendo el parquet. En fin que tal y
como están las cosas, tanto si te sientes el más natural del mundo como si no
te queda otra… volveremos a besar el pan que se cae obviando si hay transferencia
o no. Y poco a poco ahorraremos, no sé si dinero, pero seguro en preocupaciones
con tintes de modernidad. Ya me estaba cansando de tanta pejiguería.