viernes, 6 de julio de 2012


"...que es un soplo la vida,
que "cincuenta" años no es nada,
que febril la mirada,
errante en las sombras,
te busca y te nombra."
Los argentinos hoy celebran justicia tras años de olvido y lucha férrea en forma de "Abuelas y Madres", al modo de presencias blancas con un movimiento quieto en una plaza. Gritando en silencio día tras día y sintiendo que las fuerzas se acaban. ¿Cuántas de esas grandes mujeres no han podido ver este triste final? Porque a mi entender, por mucho que todos nos alegremos de que se haya hecho "justicia" hoy no es un día feliz, no es un rojo en el calendario porque llega demasiado tarde. Tal día no tendría que haber comenzado hace más de treinta y cinco años. Apoyamos las luchas de los afectados y los sentimos desprotegidos, aplaudimos cuando por fin se hace justicia... ¿Por fin? Al fin, al cabo, después... Tengo la sensación de que eso que llamamos justicia y que tenemos bien delimitada en viejos catálogos andaba ciega, como tiene costumbre. Sé que a veces los desaprensivos la tienen amordazada en los sótanos de las dictaduras, conviviendo con la libertad. Pero que hubiese pasado si al primer rasgo de injusticia, esa señora que marca lo que es de ley hubiese gritado con todas sus fuerzas... Demasiadas veces olemos los movimientos sectarios que se quieren hacer libertadores del alma y se apoderan de la vida de los demás, los atan con cuerdas finas que poco a poco van engordando, y la justicia mira para otro lado, muerta de miedo.
Hay gentes que en estando dentro la defienden a capa y pocos usan espada para cortar los desmanes. Vemos políticos y moralistas en vez de administradores racionales. Vemos que la buena fe tiene tendencias y eso no puede traer nada bueno. Si al menos la experiencia fuese útil...

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