viernes, 20 de julio de 2012


Encantada ando desde pequeñita, que es una manera muy propia de encantarse contra los bordillos, los cantos malqueridos de las esquinas o las sorpresas inesperadas. 
Me encantó algo y me lo comí... con los ojos, con las manos; incluso me lo como cuando me desencanto, que todo sirve en este lujo de encantamiento.
Hace años leí un libro que se titulaba Los Encantadores, la mayoría de los que lo han leído no llegaron a darse cuenta del detalle tan primordial para mí, aprendí que las cosas, los sitios y muchas personas hay que encantarlas, hay que hacer un poco de magia con ellas y darles ese toque especial que las hará únicas. Todos encantamos lo que nos rodea, todos. De nada sirve un mal encantamiento, porque es una prestidigitación que te perseguirá por largo tiempo.
Me encanta la intimidad y la muchedumbre, pero en estas, en siendo una encantada que encanta prefiero resguardarme, no sea que me pase con la magia y haga desaparecer el planeta. Fuerte es el poder del contento.
Me encanta esta foto, porque una amiga la trabajó, la encantó para mí y eso, es una ilusión. Este bar, es, como todos los bares un escondite perfecto para encantar un vermú. 
Esta foto es un regalo de una amiga que mira Madrid con esos ojos que lo encantan y lo hacen grande, esta es su web; famosos su libros, no te lo pierdas...  http://www.mayrit.com/ 

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