miércoles, 25 de julio de 2012


“El 15 de mayo un gran número de personas se ponen de acuerdo...” Este inicio debería ser una entrada más en los libros de historia de nuestros niños, debería ser recordada como una gran fecha y de nosotros dependerá que además sea un día de fiesta, como celebramos un patrón católico o la "grandeza" de una batalla.
El llamamiento corrió como el agua por las redes sociales y en especial los jóvenes se pusieron en marcha. El lema iniciático para esta juntura era: ¡Democracia Real Ya! En este tiempo ellos ya veían peligrar su bienestar, cada vez costaba más encontrar un trabajo y no estaban contentos como se presentaba el futuro. De alguna manera ya intuían que esto no era lo que debería ser; seguramente sus padres comenzaban a temer por lo mismo pero mucho más agravado por el apretamiento económico. Un grupo se instaló en el lugar donde siempre deberían estar, la plaza, como el ágora donde discutir sobre el bien y el mal, donde analizar los peros e intentar buscar soluciones. Millones se animaron con esta nueva manera de crecer.
Esta historia aun no tiene un final que nos diga lo grandes que somos cuando nos ponemos a la tarea de hacer de nuestra sociedad un lugar mejor para vivir. No parece que hayamos conseguido mucho con aquellos momentos de lucha sin violencia, tan emotivos. El tiempo nos ha enseñado que algo más nos falta, algo que no hicimos bien o no terminamos de hacer y puede ser que esto sea la causa de nuestra actual penuria.
Tampoco sé la solución, soy bastante menos entusiasta que aquellas personas y no saldré en ningún libro por mis avances, lo sé. Por eso me paso el tiempo pataleando contra un gobierno que me desagrada, contra unas actitudes que no comparto y un futuro negro que me muestran. Les maldigo, insulto... vomito pensamientos obscenos que solo me dejan mal a mí en la mayoría de los casos ya que los protagonistas de mi mal genio no llegan a enterarse. No piense nadie que lo hago como lo haría un loco inmotivado, no. Todo tiene una conexión y desearía que mis pequeñas pullitas les rozasen; puro entusiasmo tonto. Como cuando salimos en las manifestaciones y les gritamos, pitamos o miramos con odio, ellos, lo notan a veces, estoy convencida.
Bien, como veo que nada de esto hace mella alguna en nuestros dirigentes he pensado que bien podríamos cambiar de táctica. En vez del insulto propongo usar palabras de estas para el ataque. A lo mejor funcionan y cuanto menos, como los poderosos suelen estar poseídos por un ego grande se lo tomaran con la debida alegría y puede ser, puede, que piensen un poco más en los pobres ciudadanos que aguantan todo lo que ellos quieren hacer. Tenemos un límite, pero hasta que ese día aciago llegue...
Señor Presidente, guapo y amable donde los haya... Alegría de la Huerta, emocionalmente estable, simpático y dicharachero... sea usted buena persona tenganos un poco más en cuenta... No somos su pueblo, somos El Pueblo y fíjese que tontorrones, a veces pensamos que puede haber una salida honrosa, inteligente y positiva para este embrollo de economía que tenemos...
Jo! hay que ver lo bien que me explico con buenas palabras... ¡Guapo! ¡Luciérnaga! ¡Exquisito! ¡Rampante!... usaré las de la foto, que la verdad no soy muy de carantoñas y menos a políticos que no me conocen.

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