lunes, 9 de julio de 2012


Hay un país que me gusta. Uno de esos pequeños que se pierde en el mapamundi y que hasta hace poco no salía en la prensa. He leído sobre su historia, he visto clips y recibo noticias sobre el lugar, esto hace que cada día me guste más. Uruguay es sin duda el pueblo donde me gustaría estar, el barrio que quiero para mis hijos y el presidente que añoro cuando veo al nuestro.
No soy justa con Rajoy, como no lo fui con Rodríguez Zapatero, ni con los anteriores que dejaron un poso maloliente en este país del que hasta hace poco me sentía orgullosa de pertenecer. Imagino a esas personas que ascienden al trono compartido con grandes esperanzas y deseos de cambio, el tema es que nunca es mi cambio, ni siquiera pueden convencerme de que sus ideas sean provechosas para los españoles. Bien se puede echar la culpa a los que los rodean, a los que componen esos más de cuatrocientos mil políticos que tenemos y que visto lo visto son muy malos. Qué alguno se morderá la lengua y las acciones, es posible, porque he aprendido que esto de la política solo es un entramado con buenos fundamentos para organizar la vida de la sociedad y que anda de la mano con el capital, sean de la ideología que sean. Y es que vivimos en un país donde falla el pensamiento lógico, ese que uno espera tenga la raza de forma natural. Hemos visto desmanes en el portal de al lado, incluso se nos han metido en casa y no hacemos nada. Nos despistamos con el comer y esas cosas que adornan la vida y que deben ser mano de santo para poder evacuar sin problemas, pero que no te ayudan mucho a ser mejor persona.
En Uruguay tienen un buen hombre por presidente y eso no puede ser un desliz político. Les veo, a los uruguayos, orgullosos de ser buenas personas y comen juntos, comparten el mate o espabilan a la hora de avanzar. A ellos también les hizo daño la crisis y se han levantado, son gente luchadora y feliz. Quiero ser uruguaya. Quiero que mi país aprenda que los adornos pueden hacer que la vida tenga colorines pero no te ayudan cuando la cosa está mal; al contrario, te hacen perder un preciado tiempo que no tenemos.
Leo esta noticia, que gentes del gobierno vasco van a ir a aprender… que los gobernantes y desde luego muchos uruguayos tienen apellidos vascos y sangre auskaldun por las venas. ¿Creen que ellos, con su magnífica manera de ser, quieren dar la vuelta? No me imagino a un ilustre Jose Mujica queriendo ser vasco, y no porque seamos mala gente, si no porque somos idiotas y hemos perdido un tiempo indecible con adornos nacionalistas. Apuesto algo a que este señor no piensa en independencias, ni por ende en que son “diferentes” a los demás, aun siéndolo, porque de todos los países que veo, ellos poco a poco, con sus cuitas cargadas de dicha o de desdicha han crecido y nosotros pareciese que queremos crecer a lo ancho y  no a lo alto.  
De verdad ¿queremos recordar los conquistadores vascos que llegaron a América? Buenos los hubo, seguro, que de natural somos gente maja, pero también peleadores que masacraron todo lo que se les ponía por delante. O recordaremos los emigrantes, ya en los dos últimos siglos que se instalaron para hacer fortuna en toda la América latina y que si bien son queridos, en muchos casos, en otros se nos toma por ladrones de una riqueza que no nos pertenece. No olviden que Colon también estuvo acompañado en el inicio de una colonización que a muchos de ellos, después de tantos siglos, les sigue repateando.
Mucho gusto si van ustedes a aprender de este bello país, pero no se envalentonen que si bien el ilustre Mujica se parece mucho a mi aitona (abuelo), el dictador Juan María Bordaberry, con la misma idiosincrasia se parecía a un profesor jesuita que tuve en el insti. No tengo muy claro que ellos estén tan encantados de la ascendencia como ahora lo parecen ustedes. Y sí, aprendan, que por lo que veo todos necesitamos un baño de humildad y una nueva directriz para sobrevivir, lo que he visto hasta ahora no nos lleva por buenos derroteros.

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