Hay un país que me gusta. Uno de esos pequeños que se pierde
en el mapamundi y que hasta hace poco no salía en la prensa. He leído sobre su
historia, he visto clips y recibo noticias sobre el lugar, esto hace que cada
día me guste más. Uruguay es sin duda el pueblo donde me gustaría estar, el
barrio que quiero para mis hijos y el presidente que añoro cuando veo al nuestro.
No soy justa con Rajoy, como no lo fui con Rodríguez
Zapatero, ni con los anteriores que dejaron un poso maloliente en este país del
que hasta hace poco me sentía orgullosa de pertenecer. Imagino a esas personas
que ascienden al trono compartido con grandes esperanzas y deseos de cambio, el
tema es que nunca es mi cambio, ni siquiera pueden convencerme de que sus ideas
sean provechosas para los españoles. Bien se puede echar la culpa a los que los
rodean, a los que componen esos más de cuatrocientos mil políticos que tenemos
y que visto lo visto son muy malos. Qué alguno se morderá la lengua y las
acciones, es posible, porque he aprendido que esto de la política solo es un
entramado con buenos fundamentos para organizar la vida de la sociedad y que
anda de la mano con el capital, sean de la ideología que sean. Y es que vivimos
en un país donde falla el pensamiento lógico, ese que uno espera tenga la raza
de forma natural. Hemos visto desmanes en el portal de al lado, incluso se nos
han metido en casa y no hacemos nada. Nos despistamos con el comer y esas cosas
que adornan la vida y que deben ser mano de santo para poder evacuar sin
problemas, pero que no te ayudan mucho a ser mejor persona.
En Uruguay tienen un buen hombre por presidente y eso no
puede ser un desliz político. Les veo, a los uruguayos, orgullosos de ser
buenas personas y comen juntos, comparten el mate o espabilan a la hora de
avanzar. A ellos también les hizo daño la crisis y se han levantado, son gente
luchadora y feliz. Quiero ser uruguaya. Quiero que mi país aprenda que los
adornos pueden hacer que la vida tenga colorines pero no te ayudan cuando la
cosa está mal; al contrario, te hacen perder un preciado tiempo que no tenemos.
Leo esta noticia, que gentes del gobierno vasco van a ir a
aprender… que los gobernantes y desde luego muchos uruguayos tienen apellidos
vascos y sangre auskaldun por las venas. ¿Creen que ellos, con su magnífica
manera de ser, quieren dar la vuelta? No me imagino a un ilustre Jose Mujica
queriendo ser vasco, y no porque seamos mala gente, si no porque somos idiotas
y hemos perdido un tiempo indecible con adornos nacionalistas. Apuesto algo a
que este señor no piensa en independencias, ni por ende en que son “diferentes”
a los demás, aun siéndolo, porque de todos los países que veo, ellos poco a
poco, con sus cuitas cargadas de dicha o de desdicha han crecido y nosotros
pareciese que queremos crecer a lo ancho y
no a lo alto.
De verdad ¿queremos recordar los conquistadores vascos que llegaron
a América? Buenos los hubo, seguro, que de natural somos gente maja, pero
también peleadores que masacraron todo lo que se les ponía por delante. O
recordaremos los emigrantes, ya en los dos últimos siglos que se instalaron
para hacer fortuna en toda la América latina y que si bien son queridos, en
muchos casos, en otros se nos toma por ladrones de una riqueza que no nos
pertenece. No olviden que Colon también estuvo acompañado en el inicio de una
colonización que a muchos de ellos, después de tantos siglos, les sigue
repateando.
Mucho gusto si van ustedes a aprender de este bello país,
pero no se envalentonen que si bien el ilustre Mujica se parece mucho a mi
aitona (abuelo), el dictador Juan María Bordaberry, con la misma idiosincrasia
se parecía a un profesor jesuita que tuve en el insti. No tengo muy claro que
ellos estén tan encantados de la ascendencia como ahora lo parecen ustedes. Y
sí, aprendan, que por lo que veo todos necesitamos un baño de humildad y una
nueva directriz para sobrevivir, lo que he visto hasta ahora no nos lleva por
buenos derroteros.
VASCOS A URUGUAY... a aprender o a mercadear? La noticia de hoy...
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