viernes, 31 de agosto de 2012


Mucha gente habla de lo mal que están las cosas, muchos lo sentimos porque nos toca de cerca o lo vemos en los vecinos y cada uno en su medida se asombra de que aun así la mayoría intenta tirar para adelante. No es fácil verse en la piel de otros, ponerse una capa imaginativa para conmensurar el sentir de los demás, es complicado; puedes tirar hacia un lado u otro. Tienes la posibilidad de ser un hombre rico cada vez que compras lotería o que te sale un buen negocio, e imaginas que la vida te sonríe que te tiende la mano; comienzas a recapitular lo que harías si tuvieses mucho poder o mucho dinero, o ambas cosas a la vez, que bien es sabido que lo uno anda a la zaga de lo otro, casi sin poder separarse. Te imaginas la vida con posibles. Una casa en un lugar privilegiado, un maravilloso coche volador, un jardín de ensueño para compartir con los tuyos… ah! los tuyos… a esos también les vas a ayudar o quizás no, según tengas en ese momento un toque emocional positivo con la familia o no. Supones que todos te querrán, tendrás sexo y que no habrá manera de quitarte de encima a los pobres, amigos o vecinos que necesitan seguramente dinero, no tu cariño. Ves que hay mil y un problemas con esto de ser importante, famoso y rico. Y el sueño empieza a desvanecerse, porque has visto demasiadas películas donde esta ralea no es feliz. Te sorprendió la fortuna en sueños y aun así se acompaña de nubarrones.
Te giras y comienzas a creer que de ser rico serás generoso, un paso más, serás altruista y harás el bien a los demás porque eso te dará la felicidad… Pobre iluso, de tanto soñar con el repartir se vació la caja y ahora tienes que volver a ser uno más. En el fondo es lo que eres, un número de DNI que no tiene posibilidades de estar fuera del montón.
Se apaga la luz y duermes con pena, agarrado al sueño de lo que harás el fin de semana cuando tu novio te bese, cuando tu mujer te deje echar un polvo o gane el mejor de los equipos, siempre el tuyo. Tus hijos crecerán y te comprenderán, con suerte entiendan porque te desplomas cada mañana para cobrar unas perras con las que mantener un tipo de vida monótono y vulgar. Ellos no sabrán nunca que si te toca harás… lo que te de la gana.
Nos ponemos en la piel de otros por pura inercia, pasamos de la riqueza soñada a la visión triste de la realidad y se nos pegan las penurias de los demás, difícil empatizar con el feliz, a lo mejor no estamos hechos para eso.
Por un momento me pongo en la piel del que tiene que decir a otro que se muere. Siento el dolor y la tristeza que se respira y puedo imaginar la impotencia de su mano, la triste escuela que no da para más. Una decepción tras otra hace que salgas corriendo sin mirar, que quieras no estar en ese momento y mi piel dice que harás todo lo posible por mejorar lo que le quede de vida. Quiero pensar que no lo has dejado, que tienes algo que te ayude, que te haga olvidar cada noche lo que de día se vive. Lo lamento por ti, no puedo imaginar, no quiero.
Cambio de piel y me pongo en la de un poderoso, alguien que tiene el poder del cambio y puede construir o destruir como le venga en gana. Te imagino en el despacho, sintiéndote ama del mundo, cuanto menos de un pequeño pedazo. Te has levantado contenta, como cada día, te sabes fuerte, llena de compromisos que te traen muchas posibilidades. Bebes un zumo de naranja exprimido por una criada colombiana de la que sabe que tiene muchos hijos y te apenas porque ella nunca sale para ir de tiendas o a comer nada a ningún lado, cosa que te sorprende, no es muy cristiano quedarse siempre en la casa. Si no hay peligros, nunca podrás demostrar que eres una buena persona, ni mala tampoco, casi no eres nada.
Das órdenes nada más levantarte, es tu sino, organizar, dirigir la familia para que todo se parezca un poco a los libros de la Sección Femenina que te leía tu madre.
Es fácil mi empatía llegada esta hora de la mañana, no tengo sirvienta, ni tomo zumo, pero siento que también el mundo empieza para mí, a veces decido cosas.
Siento que te arreglas, porque se tiene que estar presentable; te pones un poco de polvos en la cara y sales al llamado del chofer, te espera. Es tan incomodo haber escogido servir a los demás que no sabes si rezar o parar en la peluquería.
Todos te saludan cuando llegas, ponen caras serías, ya les has demostrado que tienes muy buena mano, a veces dura, a veces blanda y que no tienes tiempo para andarte por las ramas; mucho menos con gente tan inculta, seguramente serán de izquierdas y no te votaron, ahora que puedes que te respeten, aunque sea a la fuerza. Llegas a la planta, saludas y sonríes, como las reinas, este lugar es solamente tuyo y de nadie más. TE sientas en la gran mesa y empiezan a pasar secretarios, subsecretarios, ediles, arquitectos, correveidiles, papeles y un café. Entre ellos aparece la carpeta donde dice que hay que desalojar una zona de chabolas. Son tan sucias y están tan llenas de miserables que es mejor que entren las apisonadoras. El de urbanismo ya te ha puesto al corriente, solo tienes que firmar. Los de los servicios sociales dicen que no hay problema, que se les ofrecerá algún refugio y que es posible todos acaben en otras localizaciones de chabolas. El tesorero dice que con los impuestos que saque de la venta del solar ser podrá hacer esa marquesina tan graciosa que tenías en mente, justo al lado de tu viejo y querido colegio, porque será como un homenaje.
Empatizo con un poco de asco, ese olor a flores muertas, a tinta de impresora, a hombres que sudan demasiado y se ponen demasiada colonia… empatizo y no le veo el truco para echar a unas personas de sus casas y llevarlas a otras. Quizás sea necesario, muchos vecinos te lo agradecerán porque se revalorizaran sus inmuebles. Nada, que no hay manera de seguir empatizando, huele demasiado.
Uno entra y te cuenta que son cuatrocientas personas que no quieren salir del lugar y que se pertrechan… Venga, llama a los que te sirven, llama a las Fuerzas del Orden y que hagan eso para lo que se les paga, para cumplir, tu orden.
Y así todos los días, hasta que una jodida niña tiene una maldita enfermedad, ¿qué culpa tendrás tu? Quien iba a decirte que la gente se pondría furiosa, ¿es que piensan que no tienes corazón? Lo tienes y cerebro para saber que no todos tienen las mismas oportunidades y que si uno quiere encontrar trabajo lo encuentra, si quiere tener una casa digna, la tiene y no hay que ser más que una persona normal. Esta panda de drogadictos incultos está terminando con tu paciencia.
Me temo que hasta aquí puedo empatizar, no doy un paso más, hacer este ejercicio y soñar como se hacen las cosas es patético si nada se puede cambiar. Ahora veo como derriban la barriada, ahora como la criada limpia tu suciedad, porque es su trabajo. Sigo pensando que tu dios, con ese único ojo, solo te mira a ti y a los de tu clase, al resto no puede verlos porque de ser así no permitiría estas cosas. Es permisivo contigo porque no te paras a pensar en las consecuencias de tus actos. Veo al pobre desgraciado que no pudo decirle a esos padres que su hija vivirá, le veo llorar cuando por televisión sabe que no solo perderán su casa, también su dignidad y que gente como tu se indigna con la suciedad de otros.

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