viernes, 17 de agosto de 2012


Anda el día revuelto y los ánimos acompañan la travesía. Me cuentan que acaban en la calle 3000 Orientadores Laborales. Lo siento por ellos, que un trabajo es sinónimo de vida normal. Es evidente que esta gente poco han podido hacer desde que empezó la crisis; decirle a un licenciado que lo mejor es que oculte este hecho si quiere encontrar un trabajo de dependiente o camarero es algo que chocaba, pero sin duda es también un consejo del que ve como no hay salida para las profesiones especializadas y comer, hay que comer. Los pobres no tienen muy buena fama, ellos no pueden dar eso que tanto ansía el parado, un trabajo, ellos solo son los que te pueden ayudar a conseguirlo, dando nueva visión y mostrando posibilidades, o en las empresas a recolocar al personal, pero si no tienen recursos, mal se puede hacer nada.
Ahora les toca a ellos, a esos tres mil que te contaban que había cursillos para reciclarse pero que no podías acudir porque estaban a tope. Una pena que nadie esté en estas.
Muchos, sobre todo de la zona derecha, dicen que ya está bien de meternos en contra de las instituciones, que aquí nadie da soluciones... No es cierto, desde hace años que venimos dando toques, cada uno con los recursos que puede, viendo especialistas que nada tienen que ver con lo gubernamental, escuchando a los viejos economistas o volviendo a las ideas tan denostadas del reparto y el boicot.
Lo triste es que eso que ya teníamos olvidado, las empresas de trabajo temporal que sableaban a los pobres desesperados... volverán, el gobierno se quedará a gusto y el que busca un trabajo, lo tendrá un poco más difícil.

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