Anda el día revuelto y los ánimos acompañan la travesía. Me
cuentan que acaban en la calle 3000 Orientadores Laborales. Lo siento por
ellos, que un trabajo es sinónimo de vida normal. Es evidente que esta gente
poco han podido hacer desde que empezó la crisis; decirle a un licenciado que
lo mejor es que oculte este hecho si quiere encontrar un trabajo de dependiente
o camarero es algo que chocaba, pero sin duda es también un consejo del que ve
como no hay salida para las profesiones especializadas y comer, hay que comer.
Los pobres no tienen muy buena fama, ellos no pueden dar eso que tanto ansía el
parado, un trabajo, ellos solo son los que te pueden ayudar a conseguirlo,
dando nueva visión y mostrando posibilidades, o en las empresas a recolocar al
personal, pero si no tienen recursos, mal se puede hacer nada.
Ahora les toca a ellos, a esos tres mil que te contaban que
había cursillos para reciclarse pero que no podías acudir porque estaban a
tope. Una pena que nadie esté en estas.
Muchos, sobre todo de la zona derecha, dicen que ya está
bien de meternos en contra de las instituciones, que aquí nadie da
soluciones... No es cierto, desde hace años que venimos dando toques, cada uno
con los recursos que puede, viendo especialistas que nada tienen que ver con lo
gubernamental, escuchando a los viejos economistas o volviendo a las ideas tan
denostadas del reparto y el boicot.
Lo triste es que eso que ya teníamos olvidado, las empresas
de trabajo temporal que sableaban a los pobres desesperados... volverán, el
gobierno se quedará a gusto y el que busca un trabajo, lo tendrá un poco más difícil.
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