Quisiera dejar de ver estas cosas que pasan a diario, estos
cambios tan “sesudos” por parte de nuestro poder político, me parece que nos
estamos volviendo tarumbas y que a la hora de calcular tiramos por el redondeo al
alta, pensando que el que paga tiene, que puede o podrá asumir los gastos.
Somos un país sin medida. No lo digo solo por esto, lo del “convenio”
que me parece un destarife social, lo digo porque siempre hacemos lo mismo y no
es la primera vez que alucino con cosas similares a esta.
No hablo de esta mala época que estamos pasando; siempre me
pareció que hacían las cosas como al tuntún, sin cabeza o con ella puesta en
otro sitio. Los sitios siempre me parecieron cercanos a sus propias familias o
conocidos, no a esos que en verdad necesitan de un empujón para salir a
delante.
Si hablamos de vivienda puedo llegar a la España de los años
setenta, quizás un poco antes, donde por gracia divina, por iluminación
cristiana se hicieron miles de viviendas de protección oficial, aquellas que
parecían conejeras de puro estrechas… de miras, también; los extrarradios se
inventaban a fuerza de hormigón de mala calidad y se recolocaban a las familias
que solían ser inmigrantes con suerte. Suerte porque en esos años todos veían
como de cada cien pisos construidos y alquilados o vendidos a muy bajo coste,
la mitad se los quedaban primos. No, no eran primos por hacer eso, no, eran
familiares de los que mandaban en su momento. Ellos no vivían en esas casas,
pero a pesar de estar prohibido se alquilaban, revendían, trapicheaban a su
antojo, diría que con el beneplácito institucional. Los pobres son muy
exigentes, no necesitan tanto. Luego, con el tiempo en las distintas
administraciones se ha ido haciendo cosas parecidas, con mayor o menor producción.
Ya no eran primos, eran necesitados. He visto en esos años los baremos para
acceder a este tipo de pisos y desde luego de cero a muchos miles hay un abismo.
Se cuantificaba el acceso a gente que ya ganaba un sueldo decente. Iba a decir
un “buen sueldo” pero claro, esto es cosa mía, que he visto novios de siete, diez
años de festear ahorrando para poder acceder a un pisito, solo a pagarse una
boda sencilla y una entrada. Que ya nadie se acuerda de que antes las hipotecas
venían con la famosa “entrada” que suponía en ocasiones un 30,40% del valor del
inmueble, y pelau. Está claro que repartir viviendas para el que no puede pagar
es una obligación del gobierno, por aquello del derecho y tal, pero no hace
falta que sean unas viviendas casi de lujo o que en el sorteo no tengan más
números los que tienen más problemas, eso no contaba. Y tampoco se hizo un
seguimiento para ver si los ganadores al poco de esto ya demostraban ostentar
el título de necesitados; cosa que muchos lo hemos visto y nos repateaba.
Ahora con la sanidad quieren hacer que el pobre pague. Por
una vez no están haciendo como hicieron con los pisos, esto debe ser más
importante, más de cogernos por donde duele, nunca mejor dicho, porque aquí, no
se mira si se puede, si hay posibilidad de que esta gente pueda pagar esto, la
necesidad… no, aquí solo cuenta el gasto. Qué es importante, lo entiendo, pero también
entiendo que no será lo mismo. Porque cuando alguien paga por un servicio (en
este caso lo pagamos todos, pero de otra manera) cuando lo pagas así, como con
factura, vas a exigir que no te hagan esperar para la consulta, que te ofrezcan
todo tipo de pruebas, que si estás hospitalizado no te tengan en el pasillo, tumbado
a la intemperie como una barricada recibiendo las miradas que humillan, los
golpeteos de los que pasan o la desgracia de sentir que eres una mierda
enferma. Ellos, al pagar… ¿exigirán que se les trate como a clientes? ¿O solo
serán clientes de cuarta sin derecho a reclamar?
En la mala época del franquismo había algo que me dolía más
que el ver la miseria, me daba cien patadas cómo los que no estaban metidos en
la lista hacían todo lo posible porque los que sí lo supiesen, sintiesen que
eran unos miserables y con suerte dejaban que la iglesia hiciese lo propio,
ganarse el cielo.
Haciendo unas pocas de cuentas me sale qué, una familia de
cinco personas, padres, dos hijos mayores de edad y uno de los abuelos, tienen
que pagar 3419 por un seguro familiar para cinco personas. Sale a 326 euros al
mes.
Me encanta que estos del gobierno sean tan ecuánimes… a esto
saca alquiler de un pedazo de piso, gastos de manutención, un móvil para buscar
trabajo, más lo normal viviendo en una ciudad mediana… más guarda por si hay
que llevar al abuelo al hospital y no puede coger un bus… o si necesitan
medicinas y útiles necesarios para una persona mayor… Me encantan estas cuentas
de la vieja, solo que algunos deben pensar que es idiota hacerlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.