martes, 7 de agosto de 2012


Quisiera dejar de ver estas cosas que pasan a diario, estos cambios tan “sesudos” por parte de nuestro poder político, me parece que nos estamos volviendo tarumbas y que a la hora de calcular tiramos por el redondeo al alta, pensando que el que paga tiene, que puede o podrá asumir los gastos.
Somos un país sin medida. No lo digo solo por esto, lo del “convenio” que me parece un destarife social, lo digo porque siempre hacemos lo mismo y no es la primera vez que alucino con cosas similares a esta.
No hablo de esta mala época que estamos pasando; siempre me pareció que hacían las cosas como al tuntún, sin cabeza o con ella puesta en otro sitio. Los sitios siempre me parecieron cercanos a sus propias familias o conocidos, no a esos que en verdad necesitan de un empujón para salir a delante.
Si hablamos de vivienda puedo llegar a la España de los años setenta, quizás un poco antes, donde por gracia divina, por iluminación cristiana se hicieron miles de viviendas de protección oficial, aquellas que parecían conejeras de puro estrechas… de miras, también; los extrarradios se inventaban a fuerza de hormigón de mala calidad y se recolocaban a las familias que solían ser inmigrantes con suerte. Suerte porque en esos años todos veían como de cada cien pisos construidos y alquilados o vendidos a muy bajo coste, la mitad se los quedaban primos. No, no eran primos por hacer eso, no, eran familiares de los que mandaban en su momento. Ellos no vivían en esas casas, pero a pesar de estar prohibido se alquilaban, revendían, trapicheaban a su antojo, diría que con el beneplácito institucional. Los pobres son muy exigentes, no necesitan tanto. Luego, con el tiempo en las distintas administraciones se ha ido haciendo cosas parecidas, con mayor o menor producción. Ya no eran primos, eran necesitados. He visto en esos años los baremos para acceder a este tipo de pisos y desde luego de cero a muchos miles hay un abismo. Se cuantificaba el acceso a gente que ya ganaba un sueldo decente. Iba a decir un “buen sueldo” pero claro, esto es cosa mía, que he visto novios de siete, diez años de festear ahorrando para poder acceder a un pisito, solo a pagarse una boda sencilla y una entrada. Que ya nadie se acuerda de que antes las hipotecas venían con la famosa “entrada” que suponía en ocasiones un 30,40% del valor del inmueble, y pelau. Está claro que repartir viviendas para el que no puede pagar es una obligación del gobierno, por aquello del derecho y tal, pero no hace falta que sean unas viviendas casi de lujo o que en el sorteo no tengan más números los que tienen más problemas, eso no contaba. Y tampoco se hizo un seguimiento para ver si los ganadores al poco de esto ya demostraban ostentar el título de necesitados; cosa que muchos lo hemos visto y nos repateaba.
Ahora con la sanidad quieren hacer que el pobre pague. Por una vez no están haciendo como hicieron con los pisos, esto debe ser más importante, más de cogernos por donde duele, nunca mejor dicho, porque aquí, no se mira si se puede, si hay posibilidad de que esta gente pueda pagar esto, la necesidad… no, aquí solo cuenta el gasto. Qué es importante, lo entiendo, pero también entiendo que no será lo mismo. Porque cuando alguien paga por un servicio (en este caso lo pagamos todos, pero de otra manera) cuando lo pagas así, como con factura, vas a exigir que no te hagan esperar para la consulta, que te ofrezcan todo tipo de pruebas, que si estás hospitalizado no te tengan en el pasillo, tumbado a la intemperie como una barricada recibiendo las miradas que humillan, los golpeteos de los que pasan o la desgracia de sentir que eres una mierda enferma. Ellos, al pagar… ¿exigirán que se les trate como a clientes? ¿O solo serán clientes de cuarta sin derecho a reclamar?
En la mala época del franquismo había algo que me dolía más que el ver la miseria, me daba cien patadas cómo los que no estaban metidos en la lista hacían todo lo posible porque los que sí lo supiesen, sintiesen que eran unos miserables y con suerte dejaban que la iglesia hiciese lo propio, ganarse el cielo.
Haciendo unas pocas de cuentas me sale qué, una familia de cinco personas, padres, dos hijos mayores de edad y uno de los abuelos, tienen que pagar 3419 por un seguro familiar para cinco personas. Sale a 326 euros al mes.
Me encanta que estos del gobierno sean tan ecuánimes… a esto saca alquiler de un pedazo de piso, gastos de manutención, un móvil para buscar trabajo, más lo normal viviendo en una ciudad mediana… más guarda por si hay que llevar al abuelo al hospital y no puede coger un bus… o si necesitan medicinas y útiles necesarios para una persona mayor… Me encantan estas cuentas de la vieja, solo que algunos deben pensar que es idiota hacerlas.

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