miércoles, 22 de agosto de 2012


Ojeaba esta noticia donde le dan titular a crear un carnet por puntos para los estudiantes. Esto no es nada nuevo; recuerdo que en mis años de instituto, allá por la edad vieja del dictador, ya se usaba este método. Creo recordar que en el cuadernillo de notas, al final, venían unos casilleros con, ¿diez, quince? puntos que los profesores te recortaban si lo creían conveniente. Preludio a un castigo de fatales consecuencias, te expulsaban del centro si perdías la mayoría, dando por hecho que no aprobabas el curso. Ni que decir tiene que no llegaron a recortármelos todos, la hice con las notas finales; burda falsificación llena de pistas que no dejaban duda de mi disconformidad con lo que allí se decía, ¡maldito color rojo! Durante el curso había habido de todo, recortes mínimos de aviso, medios puntos o incluso puntos enteros por un ataque de insolencia mal enfocado, por su parte, seguro, que no merecía tal toque, mejor se hubiese arreglado en un buen ring con puñetazos y patadas incluidas. Y es que a mí nunca me gustó eso de ir al colegio, donde me aburría sobremanera y recortaban mi natural inquietud.
Ahora quieren volver a implantar este tipo de cosas, los castigos, por ejemplo. Venga señores, que ha llegado el momento de pensar que no las tienen todas consigo, que lo hicieron mal desde el principio, que eso de retener a los infantes buena parte de los días en una habitación no es tan fantástico como se imaginaban. Otra cosa hubiese sido si los niños pudiesen aprender de lo natural hasta esa edad en que las preguntas empiezan a tener sentido y las respuestas llegasen de manos expertas, como los profesores, pero en un ambiente digno de poseer las puertas al saber. ¿Qué pasaría si los educadores y educandos se reuniesen en un parque o en un museo, o las clases fuesen con ejemplos vivos y reales? ¿Qué ocurriría si todos pensásemos que somos educadores de nuestros infantes? Si cada uno se sintiese responsable de la enseñanza, la preparación para la vida, para el futuro de cualquier niño que pasase por tu lado ¿seriamos de otra manera? Por supuesto que son necesarios los expertos, esos que se dedican a un tema y lo exprimen, lo dominan, esos nunca cambiarán pero los presupongo disfrutando, enseñando de una manera libre, con niños que desean aprender. El mundo está mal diseñado, hemos creado una forma, una manera de vivir que damos por buena, por organizada y sin más la consensuamos, casi como idea propia.
Quieren premiar o castigar y no sería mejor partir de que aprender es necesario, es gratificante y que nos ha de servir en el futuro para ser adultos responsables, que enseñen a otros lo que han desarrollado… Pocos chavales dirán que aprender es algo necesario o útil; se ven en las aulas y pugnan por pasar de un año a otro, sin mayores pretensiones. ¿Por qué los jóvenes se abrazan a los deportes con tanta pasión? Supongo que es porque los adultos que les rodean sí que hacen eso que digo, enseñan, divierten o disfrutan con ellos y el resultado es que saben mucho de eso, no necesitan hándicaps, ni puntos, ni aulas para estar enterados de todo tipo de referentes. El único problema es que el deporte no les afina la mente, en muchos casos los embrutece y hace de ellos una pieza más, iguales unas a otras, que componen el manto que llena campos sin pensar mucho.
Por una educación sana, aprender cosas que luego las puedes necesitar, o lo que es mejor, las puedes compartir. En muchas ocasiones el hecho de que todos hagan lo mismo no quiere decir que sea lo mejor.
Padres, alumnos y profesores han elevado al Ministerio de Educación más de 900 propuestas para mejorar la enseñanza no universitaria ... premios económicos para los estudiantes con mejores notas y castigos para los malos  

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