Ojeaba esta noticia donde le dan titular a crear un carnet
por puntos para los estudiantes. Esto no es nada nuevo; recuerdo que en mis
años de instituto, allá por la edad vieja del dictador, ya se usaba este método.
Creo recordar que en el cuadernillo de notas, al final, venían unos casilleros
con, ¿diez, quince? puntos que los profesores te recortaban si lo creían conveniente.
Preludio a un castigo de fatales consecuencias, te expulsaban del centro si
perdías la mayoría, dando por hecho que no aprobabas el curso. Ni que decir
tiene que no llegaron a recortármelos todos, la hice con las notas finales;
burda falsificación llena de pistas que no dejaban duda de mi disconformidad
con lo que allí se decía, ¡maldito color rojo! Durante el curso había habido de
todo, recortes mínimos de aviso, medios puntos o incluso puntos enteros por un
ataque de insolencia mal enfocado, por su parte, seguro, que no merecía tal
toque, mejor se hubiese arreglado en un buen ring con puñetazos y patadas
incluidas. Y es que a mí nunca me gustó eso de ir al colegio, donde me aburría sobremanera
y recortaban mi natural inquietud.
Ahora quieren volver a implantar este tipo de cosas, los
castigos, por ejemplo. Venga señores, que ha llegado el momento de pensar que
no las tienen todas consigo, que lo hicieron mal desde el principio, que eso de
retener a los infantes buena parte de los días en una habitación no es tan fantástico
como se imaginaban. Otra cosa hubiese sido si los niños pudiesen aprender de lo
natural hasta esa edad en que las preguntas empiezan a tener sentido y las
respuestas llegasen de manos expertas, como los profesores, pero en un ambiente
digno de poseer las puertas al saber. ¿Qué pasaría si los educadores y
educandos se reuniesen en un parque o en un museo, o las clases fuesen con
ejemplos vivos y reales? ¿Qué ocurriría si todos pensásemos que somos
educadores de nuestros infantes? Si cada uno se sintiese responsable de la
enseñanza, la preparación para la vida, para el futuro de cualquier niño que
pasase por tu lado ¿seriamos de otra manera? Por supuesto que son necesarios
los expertos, esos que se dedican a un tema y lo exprimen, lo dominan, esos
nunca cambiarán pero los presupongo disfrutando, enseñando de una manera libre,
con niños que desean aprender. El mundo está mal diseñado, hemos creado una
forma, una manera de vivir que damos por buena, por organizada y sin más la consensuamos,
casi como idea propia.
Quieren premiar o castigar y no sería mejor partir de que
aprender es necesario, es gratificante y que nos ha de servir en el futuro para
ser adultos responsables, que enseñen a otros lo que han desarrollado… Pocos
chavales dirán que aprender es algo necesario o útil; se ven en las aulas y
pugnan por pasar de un año a otro, sin mayores pretensiones. ¿Por qué los jóvenes
se abrazan a los deportes con tanta pasión? Supongo que es porque los adultos
que les rodean sí que hacen eso que digo, enseñan, divierten o disfrutan con
ellos y el resultado es que saben mucho de eso, no necesitan hándicaps, ni
puntos, ni aulas para estar enterados de todo tipo de referentes. El único
problema es que el deporte no les afina la mente, en muchos casos los embrutece
y hace de ellos una pieza más, iguales unas a otras, que componen el manto que
llena campos sin pensar mucho.
Por una educación sana, aprender cosas que luego las puedes
necesitar, o lo que es mejor, las puedes compartir. En muchas ocasiones el
hecho de que todos hagan lo mismo no quiere decir que sea lo mejor.
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