jueves, 16 de agosto de 2012


Acabo de leer un artículo que dicen lo firma el gran Forges. No creo que sea él, aunque a buen seguro podría hacerlo; es mucho más complicado hacer unas figuras, darles habla y en una viñeta contar la historia de un país. En este caso el escrito habla de que el país, nuestro querido país está enfermo de gravedad y no por una comida mal digerida, más bien por algo casi genético, crónico desde hace tanto tiempo que lo parece.
Habla de cómo se aplaude al mediocre, de cómo se ningunea al que sabe y en consecuencia, los que sobresalen son poco recomendables a la hora de… de casi todo.
A mí siempre me pareció que tenemos mal el concepto de triunfo, de excelente y desde luego no sabemos poner metas que hagan honra al honor, al esfuerzo o la dignidad. Aplaudir o abuchear a Tele5 y sus belenes, es casi lo mismo, en el sentido de que consiguen lo que quieren, hacerse ver; pocos dirán que no saben de que estoy hablando y como muestra hacer notar que hasta en los telediarios o la prensa se hicieron eco.
Y así con todo lo que nos rodea. Hay cosas que me alucinan sobremanera y que de no haberlas escuchado en vivo podría decir que son cuentos de unos para perjudicar a otros. Un ejemplo: hablábamos de los capitales que se llevan a otros países o que no se traen a España. Decía que el comercio y el capital es libre en la UE, por lo que mucho de esas quejas no tienen fundamento, aunque nos jodan de igual manera. Comentaba la de veces que una persona famosa del mundo del arte o el deporte, se ha hecho nacionalizar en otro país para no tener que pagar impuestos en este, en el que sus compatriotas hicieron posible su entrenamiento o su gloria en muchos casos. Ellos son españoles para lo que les conviene. No tengo datos, pero en un momento dado se comentaba como el señor Fernando Alonso tiene su dinero fuera de España; no lo sé, de algún otro si me fio de los comentarios de la prensa lo tengo más claro pero en este caso… Yo mantenía que en casos así deberíamos de pasar de él, nada de televisión, nada de aplauso, ni ninguno de esos premios que se le otorgan por ser un deportista (que no digo científico que salva vidas o mejora la calidad de algo). Así andábamos entre la queja, la discusión y el asquito por el mundo en general, cuando ante esta idea de ningunear, de hacer un total vacio a todos esos famosos que no dejan sus ganancias en este país, que intentan librarse de los impuestos que todos pagamos y que por esto ni nombrarlo. Ante esto, la cosa cambió, el defraudador es un mal bicho, pero hay que ver la carrera o el partido de turno, los conciertos y comprar los discos pertinentes… ¿Qué es lo que hacemos?
Seguimos siendo esos tontos de pueblo que aplauden lo que más color tiene o hace más ruido? Creo que no, que muchas personas no somos así, algunos nos paramos un minuto a pensar cuando hacemos algo, a veces o a todas horas, pero sobre todo tenemos algo que me da es muy importante, dudamos.
Hace unas navidades me pedí a los Reyes Magos un regalo especial. Quise que me trajesen muchos “… Y si…” y lo hicieron. Al principio no sabes muy bien porque dudar, ni si ha de servir de algo, pero luego a medida que te vas acostumbrando es maravilloso.
Te das cuenta de tantas cosas que no puedes dejar de contarlas, investigando y siempre con la posdata de que puede ser no se esté en lo cierto. Lo usas sin medida, porque se necesita y es todo un refresco para la vida. Dudar de los posicionamientos, de las estructuras, de las sentencias hace que pensemos un poquito, que eso que nos lanzan no se quede como tradición, que al final convertimos la fabula en eso, en pasado real, cuando no lo es. O decoramos la vida con tanto gusto que ya no la reconocemos.
Malo es un país de mediocres, de tontos o peor, de idiotas, que son los tontos que no se lo creen. Mala es una sociedad en la que gente como yo, como tú, ya no desea seguir gastando saliva cuando ve a un chiquillo que no pide por favor o da las gracias cuando recibe algo. Tantas veces lo dijimos con una sonrisa en la boca y otras tantas escuchamos a los propios custodios de los infantes, frases estúpidas afianzando la mala educación.
Mil situaciones comprometidas vimos y no solo no dijimos nada, miramos para otro lado. Ahora son las aplicaciones informáticas las que se imponen, en vez del tan poco valorado habla personal, hemos de jugar a ser garantes de la convivencia social. Y como somos tan incompetentes denunciaremos al niño por no dar las gracias, al padre por tirar un papel al suelo, al joven por beberse una cerveza en la calle, al tío por no llevar la camisa puesta y a la yaya por sacar la apestosa basura antes de las nueve. Hace años cuando nacieron las ventas entre particulares por internet nos explicaron que había que votar la acción, positivo si había sido buena o negativo si resultó un chasco o un fraude. No me gustaba nada esto porque pensaba que las cosas se tenían que hacer bien, de entrada y si se hacían mal, después de aclarar el tema, bien por haber habido un malentendido o por fraude, se debía mediar o en su caso denunciar. Pero no me convencía el tema de las votaciones. Cuando con el tiempo me he dado cuenta de que miro los votos de esos que me compran o a los que quiero comprar y me fio si son positivas, pienso en que tampoco estaría mal que todos tuviésemos un casillero donde ver los votos, las opiniones que otros tienen de nosotros. A lo mejor con esto se podría salvaguardar la integridad o por lo menos ir preparados a los sitios. Esta idea solo me llega cuando veo como me tratan mal en alguno de los servicios a los que acudo o cuando compro algo y resulta que la publicidad o el envoltorio no es correcto. No se trata de culpar al agricultor por un melón apepinado, pero a lo mejor si viese un listado de muchos negativos en el arcón de los melones, no hubiese perdido mi dinero y el tiempo que es tan preciado. Digo esto porque cada día dudo más de mis ganas de acercarme al niño y decirle: ¿Qué se da?... y escuchar: Nada, nada ¡muchas veces!... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.