Acabo de leer un artículo que dicen lo firma el gran Forges.
No creo que sea él, aunque a buen seguro podría hacerlo; es mucho más
complicado hacer unas figuras, darles habla y en una viñeta contar la historia
de un país. En este caso el escrito habla de que el país, nuestro querido país
está enfermo de gravedad y no por una comida mal digerida, más bien por algo
casi genético, crónico desde hace tanto tiempo que lo parece.
Habla de cómo se aplaude al mediocre, de cómo se ningunea al
que sabe y en consecuencia, los que sobresalen son poco recomendables a la hora
de… de casi todo.
A mí siempre me pareció que tenemos mal el concepto de
triunfo, de excelente y desde luego no sabemos poner metas que hagan honra al
honor, al esfuerzo o la dignidad. Aplaudir o abuchear a Tele5 y sus belenes, es
casi lo mismo, en el sentido de que consiguen lo que quieren, hacerse ver;
pocos dirán que no saben de que estoy hablando y como muestra hacer notar que
hasta en los telediarios o la prensa se hicieron eco.
Y así con todo lo que nos rodea. Hay cosas que me alucinan
sobremanera y que de no haberlas escuchado en vivo podría decir que son cuentos
de unos para perjudicar a otros. Un ejemplo: hablábamos de los capitales que se
llevan a otros países o que no se traen a España. Decía que el comercio y el
capital es libre en la UE, por lo que mucho de esas quejas no tienen fundamento,
aunque nos jodan de igual manera. Comentaba la de veces que una persona famosa
del mundo del arte o el deporte, se ha hecho nacionalizar en otro país para no
tener que pagar impuestos en este, en el que sus compatriotas hicieron posible
su entrenamiento o su gloria en muchos casos. Ellos son españoles para lo que
les conviene. No tengo datos, pero en un momento dado se comentaba como el señor
Fernando Alonso tiene su dinero fuera de España; no lo sé, de algún otro si me
fio de los comentarios de la prensa lo tengo más claro pero en este caso… Yo
mantenía que en casos así deberíamos de pasar de él, nada de televisión, nada
de aplauso, ni ninguno de esos premios que se le otorgan por ser un deportista
(que no digo científico que salva vidas o mejora la calidad de algo). Así
andábamos entre la queja, la discusión y el asquito por el mundo en general,
cuando ante esta idea de ningunear, de hacer un total vacio a todos esos
famosos que no dejan sus ganancias en este país, que intentan librarse de los
impuestos que todos pagamos y que por esto ni nombrarlo. Ante esto, la cosa
cambió, el defraudador es un mal bicho, pero hay que ver la carrera o el partido
de turno, los conciertos y comprar los discos pertinentes… ¿Qué es lo que
hacemos?
Seguimos siendo esos tontos de pueblo que aplauden lo que más
color tiene o hace más ruido? Creo que no, que muchas personas no somos así,
algunos nos paramos un minuto a pensar cuando hacemos algo, a veces o a todas
horas, pero sobre todo tenemos algo que me da es muy importante, dudamos.
Hace unas navidades me pedí a los Reyes Magos un regalo
especial. Quise que me trajesen muchos “… Y si…” y lo hicieron. Al principio no
sabes muy bien porque dudar, ni si ha de servir de algo, pero luego a medida
que te vas acostumbrando es maravilloso.
Te das cuenta de tantas cosas que no puedes dejar de
contarlas, investigando y siempre con la posdata de que puede ser no se esté en
lo cierto. Lo usas sin medida, porque se necesita y es todo un refresco para la
vida. Dudar de los posicionamientos, de las estructuras, de las sentencias hace
que pensemos un poquito, que eso que nos lanzan no se quede como tradición, que
al final convertimos la fabula en eso, en pasado real, cuando no lo es. O
decoramos la vida con tanto gusto que ya no la reconocemos.
Malo es un país de mediocres, de tontos o peor, de idiotas,
que son los tontos que no se lo creen. Mala es una sociedad en la que gente
como yo, como tú, ya no desea seguir gastando saliva cuando ve a un chiquillo
que no pide por favor o da las gracias cuando recibe algo. Tantas veces lo
dijimos con una sonrisa en la boca y otras tantas escuchamos a los propios custodios
de los infantes, frases estúpidas afianzando la mala educación.
Mil situaciones comprometidas vimos y no solo no dijimos
nada, miramos para otro lado. Ahora son las aplicaciones informáticas las que
se imponen, en vez del tan poco valorado habla personal, hemos de jugar a ser
garantes de la convivencia social. Y como somos tan incompetentes denunciaremos
al niño por no dar las gracias, al padre por tirar un papel al suelo, al joven
por beberse una cerveza en la calle, al tío por no llevar la camisa puesta y a
la yaya por sacar la apestosa basura antes de las nueve. Hace años cuando
nacieron las ventas entre particulares por internet nos explicaron que había
que votar la acción, positivo si había sido buena o negativo si resultó un
chasco o un fraude. No me gustaba nada esto porque pensaba que las cosas se
tenían que hacer bien, de entrada y si se hacían mal, después de aclarar el
tema, bien por haber habido un malentendido o por fraude, se debía mediar o en
su caso denunciar. Pero no me convencía el tema de las votaciones. Cuando con
el tiempo me he dado cuenta de que miro los votos de esos que me compran o a
los que quiero comprar y me fio si son positivas, pienso en que tampoco estaría
mal que todos tuviésemos un casillero donde ver los votos, las opiniones que
otros tienen de nosotros. A lo mejor con esto se podría salvaguardar la
integridad o por lo menos ir preparados a los sitios. Esta idea solo me llega
cuando veo como me tratan mal en alguno de los servicios a los que acudo o
cuando compro algo y resulta que la publicidad o el envoltorio no es correcto.
No se trata de culpar al agricultor por un melón apepinado, pero a lo mejor si
viese un listado de muchos negativos en el arcón de los melones, no hubiese
perdido mi dinero y el tiempo que es tan preciado. Digo esto porque cada día
dudo más de mis ganas de acercarme al niño y decirle: ¿Qué se da?... y
escuchar: Nada, nada ¡muchas veces!...
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