lunes, 13 de agosto de 2012


Las noticias de la ciencia siempre las recibo bien, en la mayoría de los casos son para mejorar la vida. También es cierto que las que solo mejoran los bolsillos de esos intentan, por todos los medios, dominar el mundo, no salen a la luz y son las que luego nos cuentan como que tienen poderes curativos dando igual si es para el coche, el germen o la alimentación, todo les vale para seguir a lo suyo y muchos, al ver tan bonita publicidad, se lo creen, incluso lo agradecen comprando esos productos.
Ellos basan el beneficio creando consumidores de la confianza y me temo que al paso que vamos ya no confiamos ni en futuro.
Esta vez leo la noticia y me quedo ojiplática, no sé si alegrarme o caer en una depresión. Para algunas personas es imposible quitar de su quehacer mental los recuerdos de las malas experiencias, porque por mucho que digan que estás te pueden enseñar cosas, preferimos leerlo en un libro a ser el protagonista. Nos pasan factura los malos recuerdos, se regocijan en la desgracia y remueven las vísceras… pero ¿borrarlos?
Con los años una aprende que eso, los recuerdos es de lo poco que realmente te pertenece, que gracias a ellos puedes soñar despierto y a lo mejor dormido, que son el hilo conductor de muchas sensaciones y que con un poco de años o de práctica bien puedes amoldarlos a lo que te interesa, que no es sufrir precisamente.
Todo esto desde mi punto de vista y sabiendo que hay muchas personas que no pueden vivir con ellos, de malos que fueron; por eso tengo una triple sensación con la información. ¿Quedaran más tranquilos y relajados sin sus recuerdos? ¿Se borrará lo que te enseñaron? No siempre cosas buenas, positivas, también animan al odio o el rencor… No sé, me cuesta decidirme. La otra sensación que queda libre es la de que con un “quita recuerdos” en la mano cualquier hijo de mala madre se puede convertir en dios.
¿Será un polvo que se esparza entre las nubes o en el agua? ¿Será la causa de que generaciones enteras no tengan pasado? ¿Nos volveremos más idiotas de lo que lo estamos? ¿le pondrán un nombre como “Patente de Corso, próximamente en su memoria”?
Triste es pensar que antes solo me acojonaban cosas sencillas como un desastre nuclear, una pandemia o el fin del mundo. Ahora añado un borrador de recuerdos que seguramente no tendrá una opción espontanea que diga: “¿Está usted seguro que quiere borrar esto?”
De alguna manera es como revivir la película esa en que se queman libros para que la gente no tenga información; veremos gentes y situaciones canallas pero sin acordarnos como llegamos a ellas y sin poder dar una razón… perderemos los recuerdos, perderemos la razón del recordar… No sé, a veces no salgo de mi asombro.

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