miércoles, 29 de agosto de 2012


Sé que a veces parezco un tanto dispersa… Sé que hay cosas que me parecen de gran valor social y a lo mejor solo me hacen cosquillas a mí… Llevo años mirando en bizco, intentando comprender lo que ve el ojo de un lado y el otro, escrutando el dedo que señala y lo señalado. Es difícil hacer esto; lo cómodo es mirar hacia el punto que se nos muestra y dejar resbalar los pensamientos por la indicación. Ver solo el dedo también tiene su aquel, es amor, fe, compromiso, estupidez, dejadez, sabiduría… también es dejarse llevar y sentirte feliz, que lo fácil es esto; no cansa, no desgasta, solo esquilma tu capacidad de pensar, que a buen seguro anda durmiendo detrás de un sueño que no llegará a cumplirse.
Hace años que me pregunto si las cosas que hacemos en sociedad tienen mayor fundamento que el económico y las ganas de sentirnos abstraídos de la rutina, de la monotonía diaria o de la simple y llana realidad personal, el puro aburrimiento de ser personas obedientes. Veo que se organizan “saraus” con distintos matices: los deportivos, los taurinos, las ferias, las fiestas patronales, las vírgenes o los santos que cada uno lleva encima… es un compendio de emociones dirigidas hacia el sistema en que el grupo hace razón de todo… lo que hace.
No me gustan las fiestas, ni los folclores, ni la tradición; nunca me he sentido parte de estas cosas, casi me llegan a asustar. Veo que la gente pierde la compostura o acepta de buen grado la que pierden otros y todo se justifica en pro de una costumbre.
Veo esta noticia y la publico porque siempre lo pensé, es triste ver tanta comida tirada, usada para la fiesta y todo por un día de locura colectiva y pingues beneficios económicos. Sé que para muchos el cálculo del capital que se mueve es suficiente para dejar pasar ciertas situaciones y es que si en un pueblo se da el caso de que nunca pase nada, de que sus habitantes sean conocidos por la tranquilidad en la que viven, que su mayor tesoro llegue a ser el paisaje o unos pocos vestigios del pasado, no les conducirá a ver como se llena el pueblo de gentes desconocidas que dejan su dinero. Es triste para ellos, que se sienten menospreciados, no se les ocurre pensar que hay muchas otras cosas que se puede hacer para atraer visitantes. Producir un buen caldo, unos exquisitos manjares o enseñar aquello que les hace o les hizo grandes, no es rentable, solo llegan cuatro perdidos que, como yo, buscan desconectar a lo bruto, por otro camino que no sea el de quemar, torear o golpearse a base de verduras.
Me paro a mirar el dedo que señala y que nunca marca a los que no tienen nada y que ven como unas toneladas de comida se pierden. Dicen que hay en España 2.000.000 de niños que ya están viviendo en el umbral de la pobreza. Esa que mirado desde Etiopia es la riqueza más grande, pero aquí les hace ver que sus padres andan merodeando los contenedores, comiendo en restaurantes sociales o vistiendo de la caridad. Sé que los deportes mueven dinero y las fiestas grandes o pequeñas, que todo es parte de la economía de un país… lo sé y lloro por esto. Me gustaría pensar que la riqueza de mi país, no solo la que estamos perdiendo por momentos, la otra, la de las personas, la que les hace grandes por ser buenas gentes, luchadoras, inventoras, incluso un poco pillas, eso en lo que destacamos, salga a la luz. Que lleguen las buenas ideas para aprovechar los recursos, no para gastarlos maltratando toros o pudriendo tomates… Porque al fin de cuentas ¿Quién gana, el grupo, unos pocos o tú?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.