sábado, 15 de septiembre de 2012


Una de las cosas que digo desde hace mucho tiempo es que estamos perdiendo el tiempo; lo perdemos en opulencias, minucias y enredos en los gobiernos que, además, se abanderan porque les votaron en una opción que nos llena la boca, la democracia.
No me gusta esto de la democracia, puedo aceptarlo en el tiempo que dure el buscar una nueva manera de organizar el mundo, así a lo grande, el planeta entero. Ya he contado otras veces el por qué y ahora no se trata de reivindicar a las minorías o a los desfavorecidos por "amplia" mayoría.
Eso de las repeticiones y que tiene siempre un aire destructivo, es el tema de los cuatro, cinco, los pocos que sean, que dirigen como dictadores todo el planeta. Esos son los que realmente deberían ser nuestro punto de mira, no hay que abolir los impuestos... hay que abolir a esos sinvergüenzas que se benefician de nuestro trabajo. Yo pensaba que uno trabaja para vivir bien, sobrevivir en todos los casos y creí que en esas nos gustaba que los vecinos también fuesen felices, porque al fin de cuentas, el vecino es también un poco poyete para nuestro bien vivir. Imaginen que viven en un precioso chalet, con todo eso que los caracteriza y al rededor tienen asentado un poblado de chabolas, sin agua corriente o alcantarillado, las chabolas digo. Es posible que esa bonita casa sea un reducto de paz donde vivir se hará imposible. De eso se trata el querer que todos vivan bien, aunque sea por puro egoísmo.
Malgastamos el tiempo preocupados por cosas que solo cuentan de un día para otro y nos enfadamos, nos cabreamos mucho, pero luego vienen los caramelos que nos ponen para que nos despistemos. Que si el deporte que se lleva la palma, que si la envidia, que si el miedo... estas cosas nos despistan de lo que de verdad debería de ser nuestra lucha.
Hay que cambiar el modo económico de este planeta, no es nuevo, ya lo hicieron los antiguos en muchas ocasiones, el trueque, el cobro en especias... no me gusta esto, pero lo que tenemos no es mejor. Mira que lo pienso y no se me ocurre nada, ni siquiera si me pongo en plan cuentista y quisiera hacerlo novelado... no lo veo, seguro es porque soy muy ignorante de la vida. Temo que para esto no hay universidades que apañen y pocos son los ejemplos que han funcionado, incluso en pequeños reductos, como un kibutz, Christiania o un Walden2. En ambos proyectos primaban las personas y la comunidad y sobre todo, se contaba con la buena predisposición de los individuos, porque estoy convencida de que la mayoría de las personas que pueblan esta Tierra son, sobre todo, muy buenas gentes, solo que andamos despistados.

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