Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo!!!
Acabo de entrar en casa, la vecina se ha asustado y pensaba
que mi chico me está poniendo los cuernos… y es que a veces nos quejamos por
impulso, por necesidad; salimos al mundo y gritamos, estamos en casa y
gritamos, sentimos que con pensar las cosas no basta. Estamos más que hartos de
todo, hasta de quejarnos y que no pase nada. Vemos la mala leche que rodea las
barras de los bares o las colas del supermercado, la desidia en el Inem o a las
puertas de los colegios… y gritamos como podemos, poco, nunca del todo
suficiente.
Si lo hablas en tono normal, no te creen, si lo escribes, no
te leen… o sí y pasa todo lo contrario que de tanto decirlo, escucharlo, se van
reblandeciendo las palabras.
A lo mejor es que no es el momento de enfadarse, aun queda
mucho que perder y es posible que la paciencia no haya llegado a desgastarse. A
lo mejor no hay tantos parados… y es que no los vemos, no se manifiestan.
Seguramente buscarse la vida es costoso y silencioso; como no tener o tener lo
justo y repartir, que suele darse el caso de ser acciones taciturnas. Puede ser
que la indignación se haya vuelto educada y se tramite por cauces legales…
podría darse el caso que los sinvergüenzas de hoy usen traje y corbata, sean
educados y guapos, sordos y poco avergonzados de su estado.
Como harán los dependientes de las fruterías cuando les
gritamos bajito que las frutas están demasiado verdes, caras y no saben a nada…
les hablaran de nosotros a sus jefes, bajito, mientras comen un bocadillo que
lleva grasas polisaturadas y pan que no es pan. Como hemos de gritar a los del
campo que estamos hartos de los que
Intermedian y hacen que todo este mal. A que ventana se han
de asomar ellos?
Qué se puede pedir del que grita? Se le puede exigir
claridad, tono acorde y potencia; se le puede pedir que continúe, que luche
aunque sea gritando. Luego, ya veremos como lo arreglamos, primero… tenemos que
hacernos oír, porque no sé vosotros, yo estoy más que harta y no quiero seguir soportándolo…
aunque en mi fuero interno me dice que lo que me domina es el miedo, porque sé,
sabemos, que todo puede ir mucho peor.
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