jueves, 27 de septiembre de 2012


Leo y veo… esto es internet, lo puedes ver todo a golpe de clic; la vida se hace presente a justos cincuenta centímetros de tu nariz, pero no puedes olerla. Dicen que el miedo se huele y esto no lo he sentido nunca, ni mi perro sabe cuando tengo miedo. ES posible que esa sensación tan humana se esté solapando de tanto ver atrocidades a medio metro de mi nariz. Las veo cada día y no se me erizan los bellos del brazo, ni se me hace un nudo en la garganta y desde luego, por lo que noto, no suelto dopamina o nada de esto que se debería soltar en una situación peligrosa. ¡Claro! Internet no da miedo. Estás en tu casa, en un bar, en el trabajo y hemos aprendido a que esos centímetros son sagrados, son mi intimidad y la tuya, son mi libertad y la puerta que se abre y se cierra para bloquear lo que deseemos.
Ahora nos enteramos de todo a tiempo real, nos lo explican o disfrazan y sin esfuerzo alguno desechamos lo que no nos gusta. Se ven las grandezas, los modos de vida, las incursiones en Marte y lo que pasa en la plaza de tu pueblo. Si algo molesta se dice y si es molesto para muchos se pasa la información como si fuese un anuncio de la tele. Escuchamos a los políticos de todo el planeta que proclaman, incluso cuando callan y nos enfadamos lo justo, sin miedo, porque en ese terreno que es barrera, también se hace presente tu trabajo, tu familia, tu casa y crees que no te ha de tocar, solo es un clip o unas letras con durabilidad… lo justo para abrir otra página y pasar el siguiente pantallazo.
Me da la sensación de que estamos siendo manipulados por todas partes; la primera, pensar que todo esto que vemos, que leemos y que no olemos, no nos afecta. Vamos dejando constancia de que “eso” que pasa es imposible cambiarlo y se acomoda uno, quizás nos alejemos un poco de la pantalla… Nos ha tocado una época donde las cosas han cambiado tanto que no las reconocemos, ni queremos, por mucho que lo veamos en los monitores. Podemos tener un atisbo de realidad y en grupo salir a reivindicar lo que nos pertenece… ¿pertenece? ¿Nadie se ha dado cuenta de que cada vez estamos exigiendo menos? De que hace un par de años nos deslumbraba el que subiese la vida tanto que no podíamos pagar las deudas cotidianas y que la gasolina andaba por las nubes… luego un impasse donde nos fueron recortando, cada día más y más. Los números ya no cuadran; toca cierre de empresas o bajada de sueldos, toca aplacar las iras y sube el pan, toca ir haciéndose a la idea de que somos pobres y nos llaman desgraciados. Poco a poco, palo a palo, nos hacen más y más permisivos con la miseria y no se sufre con la de otros, porque ahora toca la nuestra. Andamos parados, dejando que nos quiten el trabajo, la casa y el pan y nos parece tan normal, porque si algo nos han ido haciendo es el que seamos cada día más dóciles. Leemos, vemos lo mal que estamos o quizás las soluciones pero no tenemos fuerza. Se organizan actos formando un grupo enorme y ellos ganan, todo lo más, salimos en las pantallas, nos leen y esos cincuenta centímetros nos paran. Algo estamos haciendo mal, algo están haciendo bien… coartarnos, reducirnos y dejarnos sin ningún tipo de olor, así es fácil ganar. Lo que ves es directamente proporcional a lo que ven de ti…

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