sábado, 15 de septiembre de 2012


Queridos míos, que lo sois; queridos espectadores, muy agradecida por ver y leer.
Esto es una declaración de principios, no sé si en toda regla o con los fallos que me caracterizan, pero sea como sea, quede claro que es mi deseo este escri
to sirva de sencilla manifestación (siendo esta palabra usada en el sentido de manifestarse, como un ente, un santo que saliese de la quinta o sexta dimensión; para nada en el sentido de manifiesto populista con tintes políticos)
En primer lugar diré que entre otras cosas soy una entusiasta por la vida, por lo tanto de ser, soy varias cosas, a la vez o por etapas y esto hace que una de las cosas que soy sea una charlabarato, esto es, hablador simple de variado y por lo tanto puedo soltar lo que sea, incluso involuntariamente, o lo que es lo mismo, sin remedio. Puedo hacer mil cosas y las que no puedo, se intentan, se recomponen o se inventan. Así pues, declaro que me acabo de hacer cómica o sea: divertida, jocosa, graciosa, ocurrente, burlesca, bufa, chistosa, bromista, cachonda, socarrona, festiva, actriz, comedianta, caricata, artista, histriónica, figuranta…
Conste que no certifico esto por el acojono que veo intentan meternos. Digamos que como hace tiempo que algo dentro de mí se antoja criticón con aires de enfadada social, no vaya ustedes a pensar que lo digo en un estado, digamos de lucidez, para nada. Estoy totalmente poseída por el espíritu de la gran Pandorga, mujer de mundo y actriz consagrada del siglo de oro de nuestro teatro español. Tuve una aparición donde se me instaba a no dejar títere con cabeza y claro, me puede el teatro que llevo dentro, siendo imposible recomponer estos trozos de mi mente enferma. No digo nada de mi alma que siendo como es burlona me crea innumerables problemas en esta sociedad tan bien dirigida por ustedes.
Nos se siente bien, habiendo dejado esto por escrito y quedando ustedes avisados no han de tomarme en cuenta (como nunca hicieron) salvo si por una de esas vieran que lo que digo es verdadero y deba aventar el espíritu que me tiene dominada.
Múltenle a él, condénenle a la pena de la mazmorra, pero no a esta pobre abducida que no lo puede remediar, viendo sorna en todo aquello que acontece.
No les beso a ustedes sus manos que siempre están colocadas donde no deben y les deseo parabienes de todos los santos, incluso esos luteranos que por el norte fundan. 
Firmado: Marixa, la muy bien apodada, Mala Baba.

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