El abandono y la desamortización deberían ir de la mano,
como si fuesen amantes. El tan desolado, tan sin un querer progresar y ella
llena de vida, de regeneración y valentía.
Dejemos que los libros de historia, o los futuros Pdf, nos
cuenten una secuencia inesperada, una consecuencia del valdio que nos rodea.
Miles de infraestructuras, tanto públicas como privadas se han quedado tristes,
huérfanas por el abandono que es primo de una crisis especulativa que no
podemos parar. Ensanches que solo anchaban la codicia de los que pensaron que
más es mejor; construcciones que van desde inmensos edificios con firma a
pabellones donde se imaginaba un comercio inconmensurable; caminos que no
conducen a la felicidad, porque nunca lo hicieron, ni en los sueños de los
grandes estafadores inmobiliarios.
Hicieron que el entusiasmo tomase un pico y una pala para
crecer, nos dejaron el dinero que desapareció tan pronto como llegó al destino.
No me boy a plantear quien tiene ese capital que parece un flotador de playa,
de tanto como lo hinchan y lo deshinchan, es igual, porque la ciega ley solo
pasa sus manos por el que no tiene piernas para salir corriendo. Creo yo que ya
es hora de empezar a retomar la vida del pobre.
No tiene porque ser un pozo con el fondo lleno de lodo,
aunque esté cubierto por una capa de basura moral que de asco solo el pensar
que hay que meter mano en eso. Ya es el tiempo para tomar decisiones populares.
Estas moles no son las que nos rodean, somos nosotros los que circulamos a su
vera, mirando como cada día que pasa se hacen más y más grietas. No hace falta
tener poderes para saber que dentro de no mucho caerán piedra a piedra y lo que
es peor, en el olvido. Nadie se hace responsable de las miles de construcciones
que en este país no se terminaron. Solo vemos pequeños reportajes, avisos
televisivos de cómo los listos desmontan lo poco que de ellos es vendible en
los mercadillos de la chatarra.
El gobierno no hace nada por salvar el paisaje de la
desidia, no es interesante dar a las gentes la posibilidad de esforzarse a
cambio de bienestar. Abogo por una desamortización en toda regla; pedanías,
ayuntamientos, diputaciones… señores que pueden hacer que nadie salga
perjudicado ¡pónganse las pilas! Hablen con los dueños de estos escombros del
futuro y empiecen a recomponer el mal que se hizo. Los ciudadanos están más que
aburridos, llorar a todas horas no es bueno, no salva de nada a nadie y hunde
en la miseria al más valiente.
Dejen ya de quemar barriadas de chabolas para que unos pocos
tengan un bonito campo de golf. Dejen de especular con terrenos que no se
cultivaran. Empiecen a proteger al pueblo para cubrir los intereses de unos
pocos, esa protección no nos interesa. No se preocupen que las conciencias de
los ricos o de la iglesia son de piedra, esa que se ha usado para construir
moles qué, de no hacer algo pronto, acabaran en la indigencia. Porque no solo
las personas acaban así, también las decisiones que tomaron viven ahora debajo
de cartones.
Saquemos a la calle ese espíritu comprometido que tenemos,
ese que nos hizo grandes en muchos momentos de la historia y vayamos a
reformar, a reutilizar todo eso que si ahora no se cae a pedazos, se caerá.
Manos a la obra, nunca mejor dicho, nuestras manos, nuestra ilusión y tomaremos
el futuro con otra cara, la de la satisfacción por habernos salvado, aunque sea
del aburrimiento.
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