viernes, 21 de septiembre de 2012



Qué curioso! A veces nos preguntamos para qué sirve la publicidad… un anuncio en una notita amarilla es publicidad, un aviso, un toque… suena, la publicidad, a comercio, al empeño en vendernos algo y no caemos en que todo está relacionado. Me decoro cuando salgo a la calle porque quiero propagar la idea de que estoy viva y sigo alta, poderosa y viva; dejo las ventanas abiertas para que el olor de mi guiso llegue a todos y sepan que en esta casa, hoy comemos o hago un comentario en las redes para seguir en la brecha de los que se hacen presentes… Abogo, como la mejor de las publicistas en el sentir de los demás, les inundo de colores, de músicas referentes, de palabras ordenadas para lanzar mi mejor producto, yo. Nadie se libra desde que nos dimos cuenta del poder de la comunicación, el primer gesto, imagino estaba premeditado, contenía todo eso que hace que un anuncio llegue a uno o más receptores. El primer hombre que ideó un lenguaje diferente para anunciar la llegada de la luna llena o que ese mamut rondaba por las inmediaciones. Ahora el gesto está institucionalizado y se hizo arte, parte de todos en lo que se vive.
Todos tenemos trucos para comunicar, los hay que elevan la voz, los que ponen acentos o el que se disfraza y transmite lo que quiere que se sepa y no la realidad, porque la realidad no necesita ser anunciada, la vemos tal que nos asomemos a la ventana… ¡cuidado! No hay nada más engañoso que la realidad. Puede ser una bella flor que es venenosa, una expresión de afecto que te morderá si te acercas más de lo debido o un paisaje de paz que esconde gentes tristes. Por eso la pintamos, la reforzamos decorándola, etiquetándola, para que nada se nos escape.
El recurso más usado para todo es el recuerdo. Te transmito que es lo que pasó, para contarte lo que puede pasar en el futuro y que no se olvide ninguno de que las cosas pueden cambiar, mejorar y si lo deseas las clonamos a ver qué pasa. Uso del recuerdo para que mis palabras tomen cuerpo, aunque a veces tengo la sensación de que es el recuerdo el que me usa a mí para no entrar en el limbo, donde lo que no se usa acaba por desvanecerse. Los recuerdos producen emociones, nos hacen sentir que seguimos vivos, que seguimos creando recuerdos y los usaremos en lo que nos plazca. Hasta que un día empiezas a sentir que olvidaste detalles y te dices que no tienen importancia, tantos olvidaste que ensalzas la sensación y te quedas solo con esto. “No recuerdo su nombre, pero sé que me enamoró; no puedo reproducir sus palabras pero me convencieron de que eso era la felicidad” Y empiezas a quitar valor a la puntualidad, a la higiene, a la compostura en general, comienzas a usar una publicidad de gestos y te enfadas porque no te comprenden. Ya no puedes recordar y tanto peleas con eso que te olvidas de lo próximo para aferrarte a los lejanos que están llenos de sensaciones y cuentas repetidas veces lo mismo porque no quieres que se te escapen y sientes que todo dentro de ti se está haciendo arena que se escapa por entre los dedos y un día no sabes dónde estás, no reconoces ni el amor, ni el sufrimiento, no sientes que tenías un bote lleno de experiencias que te ayudaban a caminar. Dejó de parecerte importante la publicidad de los demás y los mensajes que te llegan se distorsionan, por un momento te das cuenta de que ya no eres tú. Que Tú es el resultado de la experiencia retenida en los recuerdos. 

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