Qué curioso! A veces nos preguntamos para qué sirve la
publicidad… un anuncio en una notita amarilla es publicidad, un aviso, un toque…
suena, la publicidad, a comercio, al empeño en vendernos algo y no caemos en
que todo está relacionado. Me decoro cuando salgo a la calle porque quiero
propagar la idea de que estoy viva y sigo alta, poderosa y viva; dejo las
ventanas abiertas para que el olor de mi guiso llegue a todos y sepan que en
esta casa, hoy comemos o hago un comentario en las redes para seguir en la
brecha de los que se hacen presentes… Abogo, como la mejor de las publicistas
en el sentir de los demás, les inundo de colores, de músicas referentes, de
palabras ordenadas para lanzar mi mejor producto, yo. Nadie se libra desde que
nos dimos cuenta del poder de la comunicación, el primer gesto, imagino estaba
premeditado, contenía todo eso que hace que un anuncio llegue a uno o más
receptores. El primer hombre que ideó un lenguaje diferente para anunciar la
llegada de la luna llena o que ese mamut rondaba por las inmediaciones. Ahora
el gesto está institucionalizado y se hizo arte, parte de todos en lo que se
vive.
Todos tenemos trucos para comunicar, los hay que elevan la
voz, los que ponen acentos o el que se disfraza y transmite lo que quiere que
se sepa y no la realidad, porque la realidad no necesita ser anunciada, la
vemos tal que nos asomemos a la ventana… ¡cuidado! No hay nada más engañoso que
la realidad. Puede ser una bella flor que es venenosa, una expresión de afecto
que te morderá si te acercas más de lo debido o un paisaje de paz que esconde
gentes tristes. Por eso la pintamos, la reforzamos decorándola, etiquetándola,
para que nada se nos escape.
El recurso más usado para todo es el recuerdo. Te transmito
que es lo que pasó, para contarte lo que puede pasar en el futuro y que no se
olvide ninguno de que las cosas pueden cambiar, mejorar y si lo deseas las
clonamos a ver qué pasa. Uso del recuerdo para que mis palabras tomen cuerpo,
aunque a veces tengo la sensación de que es el recuerdo el que me usa a mí para
no entrar en el limbo, donde lo que no se usa acaba por desvanecerse. Los
recuerdos producen emociones, nos hacen sentir que seguimos vivos, que seguimos
creando recuerdos y los usaremos en lo que nos plazca. Hasta que un día
empiezas a sentir que olvidaste detalles y te dices que no tienen importancia,
tantos olvidaste que ensalzas la sensación y te quedas solo con esto. “No
recuerdo su nombre, pero sé que me enamoró; no puedo reproducir sus palabras
pero me convencieron de que eso era la felicidad” Y empiezas a quitar valor a
la puntualidad, a la higiene, a la compostura en general, comienzas a usar una
publicidad de gestos y te enfadas porque no te comprenden. Ya no puedes
recordar y tanto peleas con eso que te olvidas de lo próximo para aferrarte a
los lejanos que están llenos de sensaciones y cuentas repetidas veces lo mismo
porque no quieres que se te escapen y sientes que todo dentro de ti se está
haciendo arena que se escapa por entre los dedos y un día no sabes dónde estás,
no reconoces ni el amor, ni el sufrimiento, no sientes que tenías un bote lleno
de experiencias que te ayudaban a caminar. Dejó de parecerte importante la
publicidad de los demás y los mensajes que te llegan se distorsionan, por un
momento te das cuenta de que ya no eres tú. Que Tú es el resultado de la
experiencia retenida en los recuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.