lunes, 25 de junio de 2012


Algunas veces leo cosas que desconciertan mi natural ser. No es que sea muy “natural” en el sentido de haber nacido con ello, pero casi; esas ideas, esas aptitudes que nos llegan en la cuna, a veces ya estando en la barriga de nuestra madre, y que se instalan para hacernos, no mejor la vida, pero sí más llevadera según sea nuestro entorno social. Me escama que con el paso del tiempo muchas de las ideas propias de mi pequeña sociedad se vayan desmontando, porque nos las enseñan y no nos dan otro consuelo. Las personas tenemos nuestro modo de solventar los incidentes que nos rodean y en muchos casos hacerlos casi divinos. Recuerdo que me enseñaron que cuando se caía al suelo un pan se recogía, se besaba y según mi abuela se decía: “Bendice el pan nuestro de cada día” y asunto concluido. No había gérmenes que valiesen y si veías que tenía polvillo lo sacudías en la camiseta y tan contentos. No íbamos a tirar un trozo de bocadillo o la rebanada solo por haber caído en un descuido. Te llevabas el consabido: “Eres tonto o qué?” “si es que no paras quieto!” y ya está, nadie salía perjudicado con esto. Ahora no sirven los dichos populares, todos han cambiado tanto que mi abuela o yo misma, de haberlos seguido, habríamos muerto hace años… de aburrimiento.
Veo que se ha parado en el consumo, ese que se tiene cuando no te duele el bolsillo y creo que la ciencia debería darnos algunos remedios “naturales” o caseros para que no nos sintamos culpables. Dile a una madre a la que le cuesta un Congo hacer el bocadillo que no se puede recoger del suelo, dile que deje de tirar de papelitos húmedos para limpiar el culo del bebe y que vuelva a las esponjas y el agua de toda la vida. Porque los niños ahora no saben lo que es un culete “restregau”, ni muchas madres jóvenes una pomada en un pandero de pequeño príncipe. Los que vengan, tal y como andan las cosas van a tener que mear menos, ya no se puede ir tirando de pañales a la más mínima. Seguro que algún listo organiza cursillos para enseñar que se puede usar unos lienzos de tela blandita que después de manchados se lavan, que hay unos plásticos muy útiles que los envuelven y así el niño no va humedeciendo el parquet. En fin que tal y como están las cosas, tanto si te sientes el más natural del mundo como si no te queda otra… volveremos a besar el pan que se cae obviando si hay transferencia o no. Y poco a poco ahorraremos, no sé si dinero, pero seguro en preocupaciones con tintes de modernidad. Ya me estaba cansando de tanta pejiguería.

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