sábado, 9 de junio de 2012




Conste que me quería ir a currar sin pasar por esto. Conste que no es mi intención amargar a nadie, solo aclarar algunas ideas que se me ocurren y que me da a mí que no caemos en ellas.
Había una vez un país que no tenía muchas carreteras y las que había eran estrechitas y viejas, cual mente de algunos que no ven más allá que su presente y este ya es caduco. Eran unas bonitas carreteras con muchos árboles pintados con franjas blancas a los lados y sus estupendos baches que se arreglaban por unos señores muy majos que vivían al lado de las mismas, los peones camineros. El sol estaba en lo alto y un señor gordo y medio calvo que era ministro pensó que esto no podía ser así. Tenía un gran afán por ser como los extranjeros, haciendo que este país pareciese próspero y avanzado. Diseñaron nuevos caminos para los nuevos y potentes coches que llegaban, nuevos lugares a donde ir y muchas nuevas necesidades. Se expropiaron terrenos y muchos encontraron trabajo y vivieron felices el tiempo que duró. La gente estaba muy contenta porque pensaba que esto era progreso y que todos íbamos a ganar. Y algunos lo hicieron porque se convirtieron en la meta a donde llegar con estas autopistas, pero otros desaparecieron de la memoria, ya nadie paraba en ellos para comprar eso que les hacía importantes y poco a poco se fueron muriendo de asco. Muchos campos perdieron el cultivo, muchos montes fueron partidos por la mitad y muchos miraron la carretera desde el otro lado de la valla porque era muy cara y no se lo podían permitir. Les dijeron que esto era de todos pero que lo alquilaban a unos para poder recuperar el costo y que cuando pasasen unos años, tantos como una hipoteca, volvería a ser del pueblo y entonces sería gratis.
Pasó el tiempo y no fue así. Se volvieron a alquilar, una y otra vez, siempre a escondidas. La gente quería que las viejas carreteras, las que siempre estuvieron allí fuesen mejores y los gobernantes en su afán por parecer poderosos en vez de reclamar lo que ya se amortizó hicieron nuevas vías. Eran muy parecidas a las autopistas pero no cobraban por usarlas. No eran gratis porque las pagamos también entre todos pero sin ticket. Nuevas montañas partidas por la mitad, nuevos campos que ya no sirven para el cultivo y en muchos casos lo que en su momento era una carretera que unía personas se convirtió en un trazado de tres vías la cual más ancha, paralelas y con la misma meta. Este cuento no se acabará nunca porque es un sinsentido, como todos los cuentos que nos llegan de los políticos y me hace pensar en algunas otras cosas que me cuestan muy caras con la premisa de que están amortizándolas ¿Cuántos años tiene que pasar para que un taller amortice la maquinaria? Y quien dice un taller, dice un dentista, un polideportivo, los fontaneros, los médicos, los electricistas, los bareros, los… los que ofrecen servicios en general. A todos nos parece bien esto porque de una manera o de otra andamos en el ajo y no queremos que nos toquen eso que tanto nos ha costado ganar, ni las ganancias que a buen seguro celebramos cuando comienza el año fiscal. ¿Y si no hay ganancias por extras? Y si dejásemos de mirarnos el ombligo y nos dedicásemos a ver cómo podemos ser felices y vivir mejor con lo que es justo…. Y si… 

http://www.gentevalencia.com/noticias/el-gobierno-cobrara-tambien-en-autovias/9936/

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