Me gusta esto de internet a pesar de las mentiras. Y es que
nos hemos acostumbrado a buscar la información de esta manera y sin duda es, en
la mayoría de los casos, fiable y rápida, o eso pensamos. Esto se parece mucho
a la sociedad y da pie a hacer una de esas analogías que tanto me gustan, que
en mi caso y por mi edad no son ya sino parábolas en una obsoleta biblia
personal. Venimos a la red a buscar información, es posible que ya estemos
viciados y solo miremos Google; ponemos una palabra, incluso las primeras
letras y el gran “googolplex” hace el resto por nosotros, nos termina la
palabra e incluso nos ofrece diferentes posibilidades a lo que teníamos en la
cabeza. Joder! Que intuitivo es este trasto! En esas ya capta nuestra atención
sacando un número proporcional a la cantidad de cosas que en un momento dado
hablan de eso que buscamos. Proporcional a la estupidez humana, sin duda. Hace
unos años me gustaba más, ponías por ejemplo la palabra: zapato, en el buscador
y salían veinte mil entradas que contenían esta palabra (hablo de hace muchos
años) y era muy divertido porque ya en la segunda página te nostraban
razonables concordancias con zapato, sobre todo porque se tiraban al sexo puro
y duro; si se te ocurría abrir una de aquellas, te pasabas mucho rato, no era
que nos gustase esta nueva manera de ver sexo, más que nada era porque buscabas
que coña tenía que ver aquella señora de tetas enormes que te ofrecía sus servicios
con un simple, amable y natural zapato, que era lo que buscabas.
Ahora me temo es peor. Seguramente hay una muy buena información
sobre los zapatos, con todo tipo de detalles, en todas y cada una de sus
variantes, todos los fabricantes y modelos, incluso algunos clips donde ver
hasta como lo hacen… y sexo con zapatos, seguro, pero en la mayoría de los
casos no son muy fiables. En una cosa tan simple los hay que presumen de ser
inventores, los que se animan a ser descubridores, los que inventaron la
palabra o los que la encontraron en las cuevas más profundas de la Atlántida. A
estas alturas ya tienes tus dos, tres páginas preferentes que te dicen lo que
quieres saber. Tiras mano de la insoportable levedad del ser Wikipedia. A poco
que seas curioso has dado con algunas entradas que poco dicen la verdad, bien
porque conoces el percal, bien porque quisiste no quedarte con la primera opción;
pero da igual, ya estás arto de ver que de algunas cosas absolutamente tontas
se varía como del blanco al negro y pasas de todo.
La bola empieza a crecer y se instala. Que si aquel dijo
esto, que si el otro aquello, que si esto está totalmente aceptado por la
comunidad científica de dos… si es que nos hemos dejado llevar y estamos
almacenando, no ya definiciones, conocimientos, estamos almacenando la aceptación
de que en esas cuatro o cinco primeras entradas que nos ofrece el Google ese,
son ciertas y van a misa. Como no tenemos que almacenar la información recibida
¿para qué? No la procesamos y si por una de aquellas se nos queda algo, que
solo vale para cuando quieres hacer un crucigrama o participar desde casa en un
concurso de la tele… no dudas en que pueda estar mal y no ser cierto lo que
dices. Por otro lado está el tema de la ciencia que no para de cambiar y
crecer, claro que para esto ya tenemos esos benditos mails que nos mandan los
amigos o ponemos en los muros de Facebook, con el debido enlace a la verdad más
absoluta.
Ya no pensamos, ya no tenemos necesidad de racionalizar la
información, lo dejamos en manos de otros que a lo mejor también buscan en
Google sus datos y puede ser que se pasen el rato mirando zapatos con tacones
de sexo gratis.
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