lunes, 29 de octubre de 2012


Desde que era pequeña me ha perseguido la pérdida. No es que fuese despistada como me llamaban, es que nunca fui capaz de apartar de mi cabeza las ideas que surgían, eso que me hacía vivir en un Babia lúdico, nada que ver con una estúpida realidad. Ante esto era capaz de perder dos veces seguidas el dinero que me había dado mi madre para hacer un mandado o tener que volver a casa para que me apuntase en un papel lo que quería que le trajese. Imagino que la pobre mujer, a la tercera ya estaba pensando que su niña no tenía futuro, que era una pobre desequilibrada donde el futuro aparecería escrito en pequeños papelitos. Lo triste de esto es que tenía razón.  Me he pasado la vida despistada, sin poder recordar a que venía; perdiendo llaves, bolsos, libros. el coche...el interés...
Veo esta noticia y no me anima nada, somos legión, incluso la policía francesa que se deja al lado de un contenedor la basura etarra, que serán pruebas y pesquisas (menos mal que no fue aquí)
Comparado con estas "pérdidas" las mías no son tan llamativas.  Lo que más odio es que nunca me devolvieron nada y a lo mejor la culpa fue mía por no identificar debidamente las cosas. Pero claro, como he de poner la dirección de mi casa en las llaves?
En mi suerte tengo que decir que lo mismo que soy una "perdedora" también lo soy a la contra. Me he encontrado mil cosas que otro perdió y eso compensa y regula mi poca sensatez; que es una suerte porque la mayoría de los que pierden algo no se calman con nada. Les queda un regusto en la moral de ser ineptos, de haber hecho algo malo y tampoco es eso. Perder, lo que se dice perder, lo hace el que tiene y va unido a la sociedad, que es la que más pierde en todos los casos. Lo triste es que suelen ser cosas adrede, pensadas, meditadas por esos que deciden lo que nos sobra y que se erigen en defensores de los que tenemos cosas que perder.

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