miércoles, 3 de octubre de 2012


¿ Sabéis que hay un cuchillo, un cuchillo superhydrophobic que puede cortar limpiamente una gota de agua? Es curioso los derroteros que toma la ciencia. Los imagino pensando la mar de serios, sobre sus posaderas, que ellos las tienen como t
odos, como gota de agua dividida; allí bajo una luz tenue, enfocando la vista a duras penas sobre un moderno monitor... quizás no están en un garaje, pero a lo mejor los lugares donde los meten para que piensen son receptáculos tristes, con poca alegría para que no se nos despisten. No sabemos qué ha de pasar por sus cabezas, ni ellos lo saben de rápido que piensan, y para nada han abierto una red social o están mirando una web con porno. Ellos miran profundamente a ninguna parte, como si la vida fuese interior.
Por fin se les ha ocurrido una gran idea, hacer un cuchillo tan fino y especial que sea capaz de cortar algo difícil, algo que no se pueda cortar por mucho que uno se empeñe. Miran las revistas de segunda categoría, de ciencia, pero esas en que el toque es más sensacionalista y los datos tampoco se contrastan tanto. Al fin de cuentas son revistas científicas de cotilleos y eso, eso es lo mejor. Puedes ver fotos del momento en que se descubre algo, siempre con exceso de luz, por aquello de la famosa bombilla sobre la cabeza de todo aquel que tiene una idea. En esas revistas cuentan lo bueno y lo triste, lo pobre, lo desesperados que están cuando se escapa una célula por la mesa o cuando se mancha una bata impoluta. Qué caras de sorpresa, que los científicos también se sorprenden mucho, aunque sus muecas sean mínimas. Se miran estas revistas por si de los fracasos ajenos se puede sacar algo y ser debidamente corregido o copiado, sin más.
Esto es lo que vio uno de estos muchachos aburridos, uno que no podía cortar algo fino. Todos se ponen a la tarea; el jefe sale corriendo a ver al dueño, al amo, al presidente o el que sea que tiene que dar paso a los dólares que harán posible este nuevo trabajo. Se reúnen en desayunos con barritas energéticas y bebidas de esas que animan, y se ponen de acuerdo. Cada uno sale disparado, por fin tienen algo que hacer, inventar.
Y en esas inventan un supercuchillodefino; se vuelven todos a sus cuartos a pensar para que se puede usar esto. Salen ideas en el almuerzo cargado de proteínas sintéticas y deciden cortar lo incortable: una gota de agua.
En la mesa la gota, sola, insípida, incolora, fría, sin olor, aguantando estoicamente la tensión, aunque sea superficial; por la otra parte un grupo de hombres con toda la expectación puesta en esa supercuchilla. Se guarda silencio, casi sepulcral y aséptico, será uno de los jóvenes científicos el que realizará la prueba, los viejos siempre hacen esto para fastidiar, los pobres chicos meten la pata solo por el estrés y luego ellos lo solucionan y se sienten poderosos. El primer intento ha sido un éxito, la gota ha sido dividía por la mitad. Se calibra a ver si son equilibradas las partes, deben ser exactas, iguales, sin un átomo más de la cuenta o de lo contrario, alguien perderá mucho dinero... Se han apostado diez dólares a que no se conseguía y se ha perdido. En la intimidad del despacho, el perdedor que ya ha recibido la nota para el próximo Nobel, llora de rabia, siempre apuesta por lo peor, malos genes que tiene.

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