Por las mañanas después de tomarme el primer café, abro el Pc,
le doy al correo y al explorador, tengo varias páginas como inicio; es curioso
que mi vida, que mi ventana al mundo sean tres webs y un buzón. Una es mi
comercio, otra mi historia particular para buscarme la vida y Facebook. Las dos
primeras no suelen darme muchas alegrías últimamente, así que pasan a un “luego”;
entro en el planeta de la mano de este sitio donde tengo amigos, familiares y
desconocidos, que hacen lo mismo que yo, empeñarse en mostrar el mundo desde
las ópticas particulares de cada uno. Un trocito de aquí, otro de allí, esa
foto o aquel chiste, puebla mi, nuestro muro y a veces me digo que todos
necesitamos de la relajación de un buen campo lleno de flores con perritos, de
un pie de página donde nos den una pauta para querernos más o para soportar
esos malos olores que algunos se empeñan en difundir. No queremos oler mal, a
veces creo que simplemente no queremos oler.
Y es que cuando cada día nos van enseñando la vida, la de
otros, la que se ve desde lejos, nos entra el temblor de la imaginación. Que yo
creo que la imaginación tiembla cuando se trata de sopesar las circunstancias y
darse cuenta de lo cerca que uno está de llegar a esos extremos.
Amo el fondo del mar y me gustaría ser pez, como no puedo me
encantaría ser buzo, pero como no sé y me da miedo, me encanto viendo videos de
gente rozando peces en las profundidades y todo está tan bien retratado que
casi se me quitan las ganas y me arropo en el sillón imaginando; mucho más
seco, sin duda.
Esto es fantástico, no tengo que ir al mar, no tengo que
aprender, ni buscar un equipo, no necesito nada, ya me lo dan más que masticado
y me moriré deseando entrar en el país de las sirenas; eso sí, mi imaginación
ve muchas películas. Incluso podría hacer una bonita descripción, algún
comentario crítico del lugar, sin mojarme y sin olor, como lo hacemos casi a
diario.
Quiero estar seca, como todos, quiero no tener que aprender,
ni buscar el cómo, ni arriesgarme a que me muerda un pez de esos qué por lo que
veo, tienen dientes.
He decidido que la realidad es la que me muestran y que no
hace falta profundizar mucho más, sobre todo porque otros ya lo hacen por mí.
Espero que las noticias no sean escandalosas, que el tiempo acompañe y deseo qué,
de helar, todos tengan mantas y bonitas chimeneas donde cobijarse. Aquí es
cuando mi imaginación empieza a temblar, se ve que la muy ladina no está a
gusto, se debe dar cuenta de que no todo es bonito y quiere que hagamos juntas
el esfuerzo. Abro las noticias a ver que puede ser eso que debo ver y me
encuentro con pocas flores y nada de perritos monos. Estoy por salir corriendo,
estas aguas no quiero que me mojen, no sea que la imaginación se acostumbre y
llegue a estar en perpetua humedad, que luego es muy difícil secarse.
No nos cuentan la realidad y nos hacen un favor. Ya sé que
suena mal, que no puede ser una tan bruta, pero… ¿qué hemos de hacer? Ellos
dicen que un primer paso es tener información y luego lo demás llega solo. No
llega, no podemos hacer que llegue, no somos capaces, desde nuestro sillón, no
gusta y esto hace temblar, tirar de la mejor de las medicinas, ver el mundo
bonito y no mojarse. Al fin de cuentas, lo conocemos a trozos, nadie nos enseña
lo que hay antes o después. Tampoco nos
gustaría olerlo.
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