miércoles, 21 de noviembre de 2012


 Hoy es un día de esos peculiares en cuanto a la numeración, es capicúa, 21/11/12; bonita la palabra valenciana. Me gustan los días que tienen algo oculto, y las palabras, las polisémicas que lucen amigas en las frases porque de lo contrario no lo entenderíamos bien. Si digo: “Tienen la cabeza nublada”,” la sangre rota”, “la tierra vista tarde”, “registra lo que un verso de un padre o una madre”… todas estas palabras así, como pintadas tienen un significado, pero puede estar oculto, oscurecido por la emoción del comprender. ¿Qué pasa si no entendemos, y comprendemos nada? Que por mucho que las palabras quieran jugar a nuestro favor, les resulta imposible transmitir, lloran de amargura por el desatino. ¡Qué lo es, sin duda!
Nos cuentan o nos ocultan y llenan de palabras los telediarios, las noticias, palabras manejadas que no llevan a ninguna parte. Las pobres que se piensan fuertes, no lo son tanto. He nacido en la época en que el amo del calabozo obligaba a las gentes a decir que estaban contentos con la paz, aquí una de esas polisemias, que no de palabras, de ideas, del modo en que cada uno rescata para sí la forma en que desea pensar.
Desde que nací, en el mundo, ha habido cerca de cuarenta de las llamadas guerras, no cuento las que tiran de la palabra para hacer las frases al modo ese en que parece y son otra cosa. Usamos “guerra” con demasiada frecuencia, tanto que nos parece normal, que no duele cuando uno la escucha. Algo así debe estar pasando ahora mismo en muchas partes del mundo, gritan la palabra maldita y nos perdemos buscando si hablan de cifras o si es una fría, una de chulos y malas personas, que lo son, que son malos sin excusa, que se juntan para mercadear con los intereses de los estados y  son capaces de ayudar en lo más mínimo.
¿Cómo harán para luego dormir? Les vencerá el sueño entre pensamientos de impotencia o por el contrario sentirán que son pequeños titiriteros del resto del mundo y que los muertos son solo “daños colaterales”… ¿pensarán que se les ha concedido poderes divinos y lo que ellos hagan o digan marcará la diferencia entre vivir en paz o en la más patética de las guerras?
Todos manipulamos la vida a nuestro antojo, cada uno en las pequeñas parcelas que asumimos con cierta alegría. Qué idiotas somos si pensamos que en algo tenemos parte, qué ilusos parecemos cuando entramos en el molino y creemos que hacemos algo intentando sujetar el agua entre los dedos. Unos matan a gusto, otros mueren por descuido, algunos desde sus poltronas miran aguantando la sonrisa y muchos, la mayoría penan porque tienen la sensación de que no pueden hacer nada.
Los titiriteros lamentan el mundo en que viven; ahora las guerras, y los muertos se ven por televisión, y no se pueden disimular, no quedara solo en unas palabras ambiguas, tirando de la polisemia para que nos confundamos. Me da igual quien crea el que tiene la razón, nadie debería ser dueño de nada, ni de la tierra, ni de la vida, ni siquiera debería pensar que su alma pertenece a dios, que de existir uno que fuese superior a nosotros, no permitiría jamás ese sufrimiento, ni ningún otro.
Hoy no hay enlace, ni una maldita fotografía con gente muriendo, ni el humo de las explosiones... hoy vomito ante al asco de ver eso y no poder hacer nada.

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