Hoy es un día de esos peculiares en cuanto a la numeración,
es capicúa, 21/11/12; bonita la palabra valenciana. Me gustan los días que
tienen algo oculto, y las palabras, las polisémicas que lucen amigas en las
frases porque de lo contrario no lo entenderíamos bien. Si digo: “Tienen la
cabeza nublada”,” la sangre rota”, “la tierra vista tarde”, “registra lo que un
verso de un padre o una madre”… todas estas palabras así, como pintadas tienen
un significado, pero puede estar oculto, oscurecido por la emoción del
comprender. ¿Qué pasa si no entendemos, y comprendemos nada? Que por mucho que
las palabras quieran jugar a nuestro favor, les resulta imposible transmitir,
lloran de amargura por el desatino. ¡Qué lo es, sin duda!
Nos cuentan o nos ocultan y llenan de palabras los
telediarios, las noticias, palabras manejadas que no llevan a ninguna parte.
Las pobres que se piensan fuertes, no lo son tanto. He nacido en la época en
que el amo del calabozo obligaba a las gentes a decir que estaban contentos con
la paz, aquí una de esas polisemias, que no de palabras, de ideas, del modo en
que cada uno rescata para sí la forma en que desea pensar.
Desde que nací, en el mundo, ha habido cerca de cuarenta de
las llamadas guerras, no cuento las que tiran de la palabra para hacer las
frases al modo ese en que parece y son otra cosa. Usamos “guerra” con demasiada
frecuencia, tanto que nos parece normal, que no duele cuando uno la escucha. Algo
así debe estar pasando ahora mismo en muchas partes del mundo, gritan la
palabra maldita y nos perdemos buscando si hablan de cifras o si es una fría,
una de chulos y malas personas, que lo son, que son malos sin excusa, que se
juntan para mercadear con los intereses de los estados y son capaces de ayudar en lo más mínimo.
¿Cómo harán para luego dormir? Les vencerá el sueño entre
pensamientos de impotencia o por el contrario sentirán que son pequeños
titiriteros del resto del mundo y que los muertos son solo “daños colaterales”…
¿pensarán que se les ha concedido poderes divinos y lo que ellos hagan o digan marcará
la diferencia entre vivir en paz o en la más patética de las guerras?
Todos manipulamos la vida a nuestro antojo, cada uno en las
pequeñas parcelas que asumimos con cierta alegría. Qué idiotas somos si
pensamos que en algo tenemos parte, qué ilusos parecemos cuando entramos en el
molino y creemos que hacemos algo intentando sujetar el agua entre los dedos. Unos
matan a gusto, otros mueren por descuido, algunos desde sus poltronas miran
aguantando la sonrisa y muchos, la mayoría penan porque tienen la sensación de
que no pueden hacer nada.
Los titiriteros lamentan el mundo en que viven; ahora las
guerras, y los muertos se ven por televisión, y no se pueden disimular, no
quedara solo en unas palabras ambiguas, tirando de la polisemia para que nos
confundamos. Me da igual quien crea el que tiene la razón, nadie debería ser
dueño de nada, ni de la tierra, ni de la vida, ni siquiera debería pensar que
su alma pertenece a dios, que de existir uno que fuese superior a nosotros, no permitiría
jamás ese sufrimiento, ni ningún otro.
Hoy no hay enlace, ni una maldita fotografía con gente
muriendo, ni el humo de las explosiones... hoy vomito ante al asco de ver eso y
no poder hacer nada.
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