domingo, 18 de noviembre de 2012


ESTO VA DEL MIEDO QUE ME DA COMER... 
Llevo años quejándome de que comemos malamente, que nos están envenenando de a pocos. Primero no entendía como podía ser que pusiesen claves para las cosas que le echaban a cualquier cosa en alimentación. Me alegraba, como todos, por poder 
comer viandas tan variadas, pero bien sabía que todo se paga y lo triste es que no lo pagamos con dinero. Comer frutas de bellos colores, impolutas, limpias hasta parecer de cera es “bonito”, aunque sigo diciendo que el champú de fresa huele más a eso que las propias fresas en plena temporada, da gusto ver una frutería sin importar época, ahora ya hay de todo.
Me mosquean las carnes que ni sabemos lo que comen y luego se vuelven locas, pero para cuando nos enteramos ya nos la metimos en sangre. Me enfada sobre manera que la carne de pobre de toda la vida sea peligrosa. A los abuelos les cuentan que no deben comer cerdo, por las grasas, que el pollo es sano… ¿sano? lo dudo, que no tiene grasa; es una de las mentiras culinarias que nos invaden. He comprado dos pollos, que estaban en oferta, la verdad es que gracias al congelado puedo hacer esto y me ha venido muy bien. Los he troceado por partes, como haría un cocinero casero con vistas. Paquetitos con pechugas, paquetitos con pedazos que harán un guisote… lo que es usar ese bendito ave barato. Cada vez que hago esta operación me enfado, pienso en la de veces que escuché el tema ese de que no tenía grasa. De dos “Pollo Limpio”, que pesaban 8,350 kilos he sacado setecientos gramos de grasas y pellejos, que antes, la piel bien churruscada se podía comer, pero ahora con la cantidad de grasa que tiene, da mal agüero. Pedazos grasosos repartidos por todo el bicho, mal lo tienen los abuelos para pensar que comen sano.
En cuanto al pescado, casi muero. No es broma y mira que me jorobaría que en mi epitafio dijese: Murió por Anisakis, y que nadie se crea que es un baile popular de Grecia, son unos gusanos marinos que viven de okupas de pez en pez… son peligrosos los jodidos y lo que me asusta es que no se ven muy bien. Hace años era cosa de orientales, pero ahora, ahora por fin conviven con nosotros. Qué asco! Ver que el pescado que te vas a comer tiene inquilinos…
La verdad es que he congelado la pesca, no volveré a comer pescado crudo, que me gusta, ni siquiera lo saldado, lo congelare antes, que he visto mucho gusano suelto. Es curioso cómo están cambiando las cosas, no es que estos bichos ya hayan llegado a nuestros mares, es que la alimentación llega de todas partes y acojona. No sé lo que es pero siento una angustia… justo en el estomago, que me parece va a tener razón de ser. Lo triste es que no hemos llegado al tope, aun nos quedan mil cosas por conocer, algunos, quizás entre todos, estamos cargándonos la alegría de vivir que es el comer.

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