Dos joyas de la vida, dos humanos que por experiencia saben
lo que vale un cubata...
Nos volvimos locos por el querer y no fue de amor, que si
así hubiese sido, tendríamos a la celestina trabajando a jornada completa; le
habríamos dado todo, incluso el futuro y la vida, de necesitarse. El amor de
los poemas se queda corto cuando necesitas más y más. Unos vendieron su alma al
diablo y otros... no la vendieron, que nada tenían. En su falta llegaron las hadas
y los genios de lámparas incandescentes, ofreciendo lo que se ansía. Las
margaritas, todas, sacaron pétalos pares y siempre salía "si", incluso
en los bordes pusieron publicidad que aguantamos de buen grado; Que esto, la revelación,
pasó de ser una muestra a ser un consejo y ellos también se modernizaron, de
consejero a fiador.
Pedimos a las hadas, genios y diablos que nos diesen dones,
¡vaya que lo hicieron! entramos pobres y tontos y salimos ricos y listos,
preparados para conseguir el amor más puro, mejor que el de los poetas, que
siempre lloran por infortunio.
Nada te dan gratis estos magos, algo se tienen que cobrar y
como no has de tener hijos de hidalgos, la sangre de a pocos te han de quitar.
Gustosos, contentos fuimos exprimiendo las venas, sin darnos cuenta de que
esto, la sangre, tampoco nos pertenecía. Por encima de estos hay otros que sin
dar nada más que miedo chupan y chupan de todo lo que se menea y siempre se
entretuvieron jugando con las pulgas a ver quien montaba el circo mejor. A
estos los amores poéticos no les interesa, que también sorben de los bardos y
no por sentir, no, quizás por querer parecerse un poco a nosotros, para así
mezclarse entre la multitud y hacerla confiar.
¡Qué tontos los enamorados! Como si fuese un veneno calando
por cada poro, te hace sentir que querer, es amar, y se quiere comida todos los
días, casa, familia y que la piscina siempre tenga agua caliente. Sin olvidar el
trabajo, que es eso que mueve al poeta, a la alcahueta y a los demás, para que
sigan amando, cuando de verdad, lo que se quiere solo tiene rasgos y el color
del deseo.
Merece la pena escuchar a estos extraterrestres camuflados en personas del campo; la pena es que llega tarde el consejo, la alegría... que no habríamos usado.
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