sábado, 10 de noviembre de 2012


Dos joyas de la vida, dos humanos que por experiencia saben lo que vale un cubata...
Nos volvimos locos por el querer y no fue de amor, que si así hubiese sido, tendríamos a la celestina trabajando a jornada completa; le habríamos dado todo, incluso el futuro y la vida, de necesitarse. El amor de los poemas se queda corto cuando necesitas más y más. Unos vendieron su alma al diablo y otros... no la vendieron, que nada tenían. En su falta llegaron las hadas y los genios de lámparas incandescentes, ofreciendo lo que se ansía. Las margaritas, todas, sacaron pétalos pares y siempre salía "si", incluso en los bordes pusieron publicidad que aguantamos de buen grado; Que esto, la revelación, pasó de ser una muestra a ser un consejo y ellos también se modernizaron, de consejero a fiador.
Pedimos a las hadas, genios y diablos que nos diesen dones, ¡vaya que lo hicieron! entramos pobres y tontos y salimos ricos y listos, preparados para conseguir el amor más puro, mejor que el de los poetas, que siempre lloran por infortunio.
Nada te dan gratis estos magos, algo se tienen que cobrar y como no has de tener hijos de hidalgos, la sangre de a pocos te han de quitar. Gustosos, contentos fuimos exprimiendo las venas, sin darnos cuenta de que esto, la sangre, tampoco nos pertenecía. Por encima de estos hay otros que sin dar nada más que miedo chupan y chupan de todo lo que se menea y siempre se entretuvieron jugando con las pulgas a ver quien montaba el circo mejor. A estos los amores poéticos no les interesa, que también sorben de los bardos y no por sentir, no, quizás por querer parecerse un poco a nosotros, para así mezclarse entre la multitud y hacerla confiar.
¡Qué tontos los enamorados! Como si fuese un veneno calando por cada poro, te hace sentir que querer, es amar, y se quiere comida todos los días, casa, familia y que la piscina siempre tenga agua caliente. Sin olvidar el trabajo, que es eso que mueve al poeta, a la alcahueta y a los demás, para que sigan amando, cuando de verdad, lo que se quiere solo tiene rasgos y el color del deseo. 
Merece la pena escuchar a estos extraterrestres camuflados en personas del campo; la pena es que llega tarde el consejo, la alegría... que no habríamos usado. 

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