lunes, 5 de noviembre de 2012


¡Buenos días, mundo!
Oigo el mar desde aquí (no es el mar es un camión por la carretera); hace sol y estoy a punto de usar una de las máquinas infernales que me rodean, el aspirador.
Es curioso, siempre que lo uso, acabo revolviendo la bolsa donde se deposita la porquería a ver si en una de esas se ha llevado algo interesante. Un día absorbió un pequeño caracol que tenía adoptado en el balcón y el pobre murió del susto. Y es que es una máquina virulenta que hace un ruido estruendoso. Sé que el suelo echa de menos una buena mujer que escoba en mano lo acaricie, incluso canturree una y otra vez esa canción de la que solo sabe la primera estrofa.
La bicha eléctrica conoce lo que es un perro peludo, que en esta época del año hace lo que es propio y va dejando caer hojas-pelos por todas partes. No es un otoño propiamente dicho, hace sol y no hay trazas de que el frío salga de su madriguera. Me gusta, odio el frio.
A veces pienso el suelo de alguna manera está triste, antes me caía más y mejor. Podía acabar con las rodillas rojas o un buen moratón en la pantorrilla y sentir que soy una patosa feliz. Me hago mayor y no quiero caerme, no sea que en una de esas me rompa algo y no pueda ir al hospital. Cada día se hace más complicado esto, ponen trabas por todas partes y pareciese que estar enfermo, accidentado, es una molestia que un ciudadano no debe producir. No es como antes que podías ir atolondrado por la vida, sintiendo que de pasar algo había un recurso al que acudir. Pensé que mis abuelos, mis padres, incluso yo, con nuestros pagos, eso que se nos descontaba del salario, habíamos ido creando un estado del bienestar para poder andar con la seguridad de que nada es irremediable, aunque lo fuese.
Estos días se ha celebrado por los difuntos y sé que nunca jamás ha habido un tiempo en que ellos se removiesen en sus tumbas pensando en que toda esa contribución se nos ha ido de las manos. Se ha escapado al control del ciudadano. Ahora no son rentables. ¿Desde cuando una enfermedad es rentable? Hablan de eso como si de un complejo comercial se tratase y olvidan que es un recurso de los inevitables para la mayoría de la población.
Los venden (los hospitales) y ya salieron ofertas de gente sin escrúpulos que les daría igual comprar un polígono industrial. Pienso que algo falla; si no es viable económicamente ¿Cómo es que hay tantos levantando el dedo porque lo quieren? ¿Serán idiotas estos capitalistas?
Esto no es como dejar de ir al gimnasio por no poder pagar a final de mes, esto es como cortar el agua de la casa y seguir con chacha en casa. Ellos, ese gobierno que está permitiendo que perdamos eso que es nuestro, por herencia y por trabajo, son nuestro servicio domestico al que le pusimos un palacio para vivir, les dimos coche y chófer  pagamos en exceso y encima nos sisa. Hubo un tiempo que eran eso, chicos para todo y con los años se ha convertido en el ama de llaves de nuestras vidas, encargándose de todo lo que es referente, tanto se ha excedido que hemos terminado como en la mejor de las novelas, donde el protagonista empieza como amo y señor y al final el mayordomo se hace dueño y asesino. Esta novela no acaba bien, o reescribimos un final feliz o perderemos la salud, que no se arregla con un poco de sol y una aspiradora ruidosa. 

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