viernes, 12 de abril de 2013

Que mala es la vejez, cuando te hace malo...


Hace un par de días vi una entrada de un viejo, no tanto por la edad, para nada, más bien porque se es viejo cuando te das cuenta de que puedes decir lo que te de la gana, casi hacer lo que quieras, que no tiene muchas consecuencias, las que tú marques y ya os digo que la edad va diluyendo la importancia de las cosas.
El señor Sanpedro no era tan viejo, sopesaba el efecto de sus palabras y acciones y por esto parecía uno más entre jóvenes, un maestro.
Este tipo del que hablo se dice que fue uno de los próceres de la patria, como se dice de otros muchos que hicieron borrón y cuenta nueva, pero con miedos y sin dejar del todo limpia la cuenta, el borrón no tapaba mucho de lo que aquí se había vivido. Pero el mundo siguió y nosotros a la par, algunos la mar de contentos.
No podemos olvidar que este tipo, Felipe González, fue aclamado por muchos y para mí era una imagen que daba la talla cuando llegaba a uno de esos países que siempre nos despreciaron un poco, o un mucho.
Bien, se fue, pero nunca ha dejado de meter las pullitas necesarias cuando lo ha visto oportuno; estoy pero no estoy, digo pero no hago, pienso, luego existo. Y como muchos existen pensando que lo hacen más y mejor que otros, sueltan por esa boquita unas tontadas dignas de mención. Sé que la edad hace estas cosas y que se habla sin pensar, pero hombre, que esto me pase a mí, tira, que soy una bobona, pero al que está acostumbrado... no me parece bien, me parece un despropósito.
Me he dado cuenta de que ahora veo algo que me recuerda mucho a cuando era niña. Hemos vuelto a esa situación en que había chiquillos que pertenecían a distintas clases sociales, los pudientes y los que no. Hay chavalillos que lo están pasando muy mal viendo a sus padres desesperados sin trabajo, sin recursos y además perdiendo lo poco que tienen. En mi época no era así, el que no tenía tampoco sabía que era tener, solo envidiaba de oídas y no de sabidas. Ahora se terminaron los excesos, los caprichos, o el cumpleaños en MacDonald. Lo de "mi papa tiene un Audi" pasó a la historia tan rápido que si a nosotros nos es difícil asimilar, imaginen a un crío. Poder decidir si quieres estas u otras zapatillas ya es cosa de pudientes y muchos no podrán ni romperlas porque se hace difícil comprar otras.
Este tipo ha olvidado la España en la que vivió y no reconoce la que vive. A lo mejor es eso, una vejez mal llevada.
Preocuparse de los pobres hijos del rico y poderoso y no caer en la cuenta de cómo lo están viviendo unos millones de criaturas que ven que el escrache lo hacen policías y señores de traje, o como cae la familia por falta de recursos... no sé, miedo me da. Y lo triste es que no me lo creí cuando lo leía, pensé que era una de esas cosas que dicen para desprestigiar... pero coñe! este tipo es la demostración clara de que algo se hizo mal, muy mal y que ya ha llegado el momento de hacer otro borrón y cuenta nueva, pero esta vez con cabeza y corazón...
Aquí las palabras del “Optimista escamentau”

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