En la crisis a los pobres todo les sale más caro. ¡Vaya
afirmación tonta! esto ya lo sabemos bien los que miramos un euro y mentalmente
lo dividimos en céntimos. Habíamos dejado de hacerlo y de repente, esa monedita
enana que se pierde por los bolsillos toma un nuevo valor.
Aquí estaría un "Me llamo Tal y cuando veo un céntimo
en el suelo, lo recojo emocionada" Y es que encontrarme una monedita por
muy chica que sea me encanta; más ahora que, otra vez, he vuelto a la vieja
costumbre de llamar pan a la barra barata que no sabe a pan y que me la bajan
como si fuese un regalo, haciendo el viejo truco del que parece oferta algo y
no es así. El pan sigue siendo malo con ganas, pobre, raquítico y sinsubstancia...
eso sí, ahora lo bajan. Bajan el pan y no pierden, que estos hijos de Satanás
(cada día me apeno más por este señor que no pudo ser tan canalla comparando
con los que ahora pareciesen hijos) esos, no pierden nunca. Al revés, ellos han
de ganar lo mires como lo mires. Qué si la luz ha bajado... ¿quién es el
miserable que nos suelta esta noticia? uno que no tiene ni cabeza, ni corazón,
para con sus vecinos. La luz, esa que ilumina nuestras noches, o la que nos
deja mantener la comida refrigerada, esa, es la más cara de Europa, y nos
rebajan el pan. O el internet que ha pasado de ser necesario en el trabajo y un
entretenimiento noble, a ser una necesidad para los que nada tienen. Necesidad
a medias, disfrazada con el sentir que ya no hay manera de salir a la calle y
reunirse con nuestros vecinos, no sea que nos multen, a la vieja usanza, como
cuando Franco, que llegó a ser tres multitud... Todo nos cuesta un Congo, lo
mires por donde lo mires.
¡Compra dos y llévate tres! Y digo yo, para que quiero tres
de algo que he de mirar hasta el céntimo... ¿no podrían ser más honestos y
vender uno a un precio real? O cuando compras, lo que sea que parece barato y
luego pesa menos de la mitad de lo que el siguiente en el estante y las cuentas
no salen. Los céntimos se los siguen quedando otros que lloran y lloran, no por
su pérdida, si no por la nuestra, porque la tristeza general les afecta. Lo
mismo que me afecta a mí encontrarme una de esas puskarras en el suelo y
alegrarme solo porque quiere decir que veo bien.
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