jueves, 7 de marzo de 2013

Hay una serie de individuos de los que solo conocemos su nombre y sus obras.


Hay una serie de individuos de los que solo conocemos su nombre y sus obras. Ya en mi infancia se me hicieron reales y por muchos años que pasen, sigo sin identificarlos, sin ponerles apellidos o caras. Cuando me enteré que Anónimo firmaba pinturas, libros o panfletos con amenazas las más de las veces, me pareció que debía ser una persona muy capaz, y supuse que era un vergonzoso, porque mira tú lo bien que escribía o pintaba el Anónimo este. En lo de las amenazas... siempre tuve claro que eran suplantadores. Con los años descubrí que era una familia grande con el mismo nombre o apellido, que si bien no hay un San Anónimo, nunca lo he tenido claro. Otros que me gustaban, de la misma época eran Fulano, Zutano y Mengano... estos sí que creo que tienen santo, por lo menos eso lo escuchaba de una tía mía que siempre decía que San Mengano era el culpable de todo. ¿Y Mister X? este ya venía del extranjero, feliz personaje de cómic que tampoco daba la cara por ningún lado y podía ser malvado o majete, según el cuento.
Con los años he seguido ampliando la lista de interfectos, ahora tenemos nombres que más o menos me suenan a lo mismo. Imputado, Prescrito, Supuesto, Sobreseído estos también me da que son nombres de personas, o apellidos y que de alguna manera los estamos haciendo protagonistas de esta novela que escribimos entre todos. Nadie sabe lo que me gustaría llegar al final y ver que detrás de eso, que bien pueden ser apodos, hay gente con un DNI y que si la hicieron, la paguen. ¿Por qué no pasa como en la carretera y salta la máquina que hace fotos cada vez que alguien la mete? Que digo yo, estoy aburrida de ver agujeros, fraudes y demás malicias y no parece que las haya hecho Anónimo alguno.

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