Antes, en cada casa, cada familia que se preciara, como familia de bien, uno de los hijos tenía que tomar el camino religioso, ¿qué había más honorable que esto? porque un médico, un abogado o cosas así, no estaban al alcance de todos. Mandar al muchacho al seminario era sencillo, incluso podían venir a buscar a los chiquillos al pueblo y ofrecer a los padres la bienaventuranza eterna para la familia.
Si eras mujer tenías menos suerte. En aquellos tiempos a las hijas se las preparaba para ser esposas-madres o cuidadoras perennes de los viejos padres. A la que le tocaba, sin ser la primera, y que no podía ser colocada en brazos de un hombre, se la instaba a tomar los hábitos. Pero ya digo, esto solo si tenían algo de dote que aportar.
No siempre fue así, hubo momentos, como ahora, que en el mundo cristiano hacía falta la mano de obra gratuita de estas siervas-esposas de Dios y entonces también corrían por los pueblos los avisos de que se necesitaban vocaciones.
Desde la distancia puedes pensar, si eres joven, que esto era malo. No creas, no lo era tanto. En muchos lugares la alfabetización era escasa, un par de años para conseguir lo mínimo, leer, escribir y el uso de las cuatro reglas, todo se reducía a un solo tomo, la enciclopedia, y con esto ya estabas más que preparado para seguir siendo el peón de la sociedad. Irse al seminario o al convento les daba la posibilidad de poder obtener una educación que de otra manera hubiese sido imposible.
Recuerdo aun a alguno de mi pequeña sociedad que acabó en estas y me viene a la cabeza que en cierta ocasión hablando con la madre me decía: "Ya ha vivido tres Papas"
Es curioso, con este que está por ahumar, habré vivido cuatro. Y casi podría decir que cinco, ya que en la costumbre de cerrar cines y bailes por el luto de la muerte, la de Juan XXIII, llegó el aburrimiento de pareja y allá que me decidí. Nueve meses después nació la pava esta que hasta ahora ha vivido, y como en las mejores novelas, puedo decir eso de que le he ganado la partida a un puñado de papas, por muy representantes de lo que sean.
Venga! que se den prisa hoy y acaben con el tema, que quiero poner uno más a mi colección.
Si eras mujer tenías menos suerte. En aquellos tiempos a las hijas se las preparaba para ser esposas-madres o cuidadoras perennes de los viejos padres. A la que le tocaba, sin ser la primera, y que no podía ser colocada en brazos de un hombre, se la instaba a tomar los hábitos. Pero ya digo, esto solo si tenían algo de dote que aportar.
No siempre fue así, hubo momentos, como ahora, que en el mundo cristiano hacía falta la mano de obra gratuita de estas siervas-esposas de Dios y entonces también corrían por los pueblos los avisos de que se necesitaban vocaciones.
Desde la distancia puedes pensar, si eres joven, que esto era malo. No creas, no lo era tanto. En muchos lugares la alfabetización era escasa, un par de años para conseguir lo mínimo, leer, escribir y el uso de las cuatro reglas, todo se reducía a un solo tomo, la enciclopedia, y con esto ya estabas más que preparado para seguir siendo el peón de la sociedad. Irse al seminario o al convento les daba la posibilidad de poder obtener una educación que de otra manera hubiese sido imposible.
Recuerdo aun a alguno de mi pequeña sociedad que acabó en estas y me viene a la cabeza que en cierta ocasión hablando con la madre me decía: "Ya ha vivido tres Papas"
Es curioso, con este que está por ahumar, habré vivido cuatro. Y casi podría decir que cinco, ya que en la costumbre de cerrar cines y bailes por el luto de la muerte, la de Juan XXIII, llegó el aburrimiento de pareja y allá que me decidí. Nueve meses después nació la pava esta que hasta ahora ha vivido, y como en las mejores novelas, puedo decir eso de que le he ganado la partida a un puñado de papas, por muy representantes de lo que sean.
Venga! que se den prisa hoy y acaben con el tema, que quiero poner uno más a mi colección.
PD: Me estoy quitando Papas...
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