Ayer me volví a enfadar con ese supermercado que se suponía
era de mi confianza, Mercadona.
Voy poco, lo justo, cuando no me queda otra y cada vez
menos. Antes estaba enfadada porque me mosqueó que el puro amo del puesto
dijese que en este país se trabaja poco y mal, con lo que rebajaba a sus
trabajadores, que los veo y no paran (por ende a todos los demás). Me mosqueó
que se perdiese aquel buen negocio que promocionaba las cosas de la terreta, y
no solo de la pequeña, también de la gran tierra productora que es nuestro
país. Me desengañé con los productos engañosos, esos que me decían que estaban
hechos aquí y realmente solo se embasaban y el interior quedaba como un
producto de países que deben ser muy malos, porque se me ocultan. Luego cuando
las cosas empezaron a peor les vi que no sacaban la basura a la calle, no
querían que los más pobres se aprovecharan de eso, tan comestible que ellos
tiran. Y sus precios subían como si no hubiese un mañana. Cosas de estas me han
hecho ver que no me da ninguna confianza el sitio.
Ayer no me quedo otra, compré pescado para la cena, justo
antes de entrar en el cursillo. Le pregunté a la pescadera, que la conozco de
toda la vida, si los peces tenían el maldito Anisaquis. Ya sé que esto es un
poco irremediable, pero ante la duda, suelo congelar o en su caso, como el de
ayer, les meto buena temperatura en la sartén y el aceite hirviendo hace el
papel de exterminador. Lo pregunté por preguntar... y la contestación fue:
"No, ahora no traen. De todos modos si eso, me los devuelves" Ante
una contestación así, una piensa que a lo mejor, la plaga descansa en la
primavera. De entrada me los limpia por obligación, si no lo permito, no me los
llevo y le digo: "Si no tienen bicho, no hace falta que los limpies"
a lo que la chica me dice que no queda otra, es sí o sí, una orden de arriba.
Al llegar a casa, tomo uno y lo primero que veo son unos
gusanitos blancos... emocionados.
No los comí, los voy a devolver y me voy a mosquear... Si
pregunto, es para que se me conteste la verdad, no quiero que me vuelvan a
engañar.
Me hago a la cuenta de que hay mucha gente mayor que no ve
ni la mitad que lo que veo yo. Otros aun no han perdido la confianza en este
supermercado en el que el dueño se permite hablar mal de todos los que no son
como él y no podemos tener un equipo de fútbol. Ni aprecia la mercancía de este
país, o lo que es peor, hay muchos agricultores que antes plantaron lo que él decía
y luego se quedaron con cara de bobos porque el rico ya no lo quiere, le sale
más barato un país en el confín.
Mi tiempo, y esto lo digo siempre, no vale nada... mi tiempo
es irrecuperable y ayer acabamos cenando "cualquier cosa" y hoy me
toca volver a acercarme a devolver los gusanos...
Qué asco! qué asco de gente que engaña por no más de tres
euros.... así, no vamos a ninguna parte.
(Y ahora, vas y lo cascas, a ver si hay suerte y empiezan a
considerarnos como lo que somos, clientes. Sin nosotros ellos no tienen poder)
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