Éramos tan pobres que todo nos parecía igual... Nos cansamos
pidiendo derechos y ni casa o comida nos dan. Este año cuando suenen las
campanadas no hemos de avanzar, las cifras, 2013, estarán mal y otros siglos aparecerán
en los calendarios de algunos. Un mal adviento tenemos, uno en que por las
circunstancias vamos retrocediendo en el tiempo.
Y si esto solo fue un "Viaje al Futuro"? como en
una película donde a los noventa minutos dejas el asiento y pasas a la realidad
de un pasillo que huele a palomitas y un señor te dice que te vayas...
Lo curioso es que este anuncio no me resulta raro. A primera
vista hay rebote, enfado y a la siguiente hay reflexión. Si me viese en la
calle, sin más recurso que el estirar la mano y esperar que funcione el
"diostelopagará" o si me viese durmiendo en un albergue y comiendo en
un comedor social, imagino que esta sería una salida, una triste salida, pero
por lo menos un modo de devolver a la sociedad lo que da. Pienso que nos
metimos en una moral donde hay temas sobrevalorados y es esto lo que nos hace
ser mucho más desgraciados. La Dignidad, la Sociedad, el Orgullo, son palabras
que nos llenan la boca y nos hacen sentir que hemos avanzado, pero nada más
lejos de la realidad. Lo que pareciese conseguimos se rompe con tanta
facilidad, cuelga de un hilo tan fino que la vuelta al pasado se hace cada día
más palpable.
En el patio de butacas están todos igual de sentados, pero
unos no se creen la trama, a otros solo algunas escenas les hace vibrar y
muchos dejan la realidad en el momento en que les recortaron el pequeño papel
que dice tienes derecho a ver una película y sienten que aquello es su vida por
unos minutos olvidando que todo es un montaje para hacerte sentir bien o para
despistarte, que es lo que piensa el que no ve fundamento.
Cuando veo gentes que llegan desde mundos inhóspitos donde la
persona no vale lo que una cabra, esos que pasan a un gueto para marineros espontáneos
con barcas de papel y plástico, pienso en que a lo mejor una buena casa donde
poder dormir, comer y vivir, aunque no cobren monedas por eso, sería mucho más
de su agrado. Porque ellos saben bien lo poco valiosas que son esas palabras
que a otros nos llenan la boca. Solo el que ha bajado sabe lo que se cuece
arriba y molesta verse en el siglo diecinueve con amo. Y nos enfadamos, por
estas cosas, nos sientan mal en la moral; no caemos en que hay, ahora mismo,
millones de compatriotas, de país y de mundo que buscan desesperadamente un
cobijo y algo que comer y si para esto tienen que cortarse la barba, ponerse
falda corta o parecer ignorantes, lo harán. Y para esto no hay legislación que
valga, la que había se recortó como se recorta la entrada del cine.
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