miércoles, 26 de diciembre de 2012


Si hay algo de lo que los Españoles tenemos a bien amar, es nuestra lengua. Esa que algunos manipulamos a nuestro antojo, inventamos nuevas acepciones y significados sin que por esto venga un lingüista detrás y nos señale con el puntero. La lengua que nos permite entendernos a millones de personas y que en mi caso no deja de sorprenderme, me ayuda a traducir lo que pienso, a poner nombre a lo que siento y a decir eso que tanto gusto me da. Mi lengua tiene normas lógicas para el buen entendimiento entre los millones que la usamos, más que nada por aquello del orden y del concierto.
Pueden decirnos lo que quieran pero antes que el fútbol, que la cocina o que el cine, el castellano es un lazo de unión, una presentación bella de este nuestro país, también de otros y esto solo la hace mejor.
Lo que no es de recibo es que también la política juegue con ella. La política que debería ser el pueblo, no lo es, no se merece respeto alguno si se sirve de las herramientas que tenemos para mostrarnos al resto de nuestros colegas de mundo. Este articuló cuenta que se está dando el caso de que lo que antes era una institución a respetar, se está convirtiendo en un juego de poder... de poder poner a dedo a los que les interesan, no siempre los mejores, ni los más adecuados y aunque lo fuesen, por este hecho pierden valía.



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