miércoles, 19 de diciembre de 2012


Noticia: 

Francia abre la puerta al suicidio asistido y a la sedación terminal

Tengo que contar esto a pesar de saber que muchos están preparando la fiesta esa en la que se celebra el nacimiento, aunque sea de un enviado de dios. Lo voy a mostrar porque amo la vida, porque me gusta mucho ver que cada día el sol se presenta ante mí para empujarme a levantarme de la cama y seguir haciendo esto que nos hace tan especiales… vivir. Quede en las letras mi gusto y mi esperanza por seguir de este modo muchos años y que la vieja frase que repito, desde hace ya media docena de años: “Virgencita quede como estoy!” sirva para conocerme.
Esta noticia que habla de la muerte, me parece el sumun del amor por la vida y por los seres vivos. Nacemos y nos sueltan al mundo en la idea de que nos vayamos apañando, unos con más ayudas que otros, pero sin ponernos más que pequeños parches a la desgracia de una buena enfermedad o un mal mental que se nos escapa de las manos. Nadie nos dice cómo afrontar la miseria y el dolor en grado sumo. Lo imaginamos, desearíamos terminar con el agotador trabajo de vivir, que es lo que se da en estos casos y no hay dios que nos devuelva la fe por la vida, es más, no se quiere seguir viviendo.
No solo es nuestro gusto egoísta, en muchos casos es también un gran amor por los que nos rodean, una coherente realidad y ganas de no continuar con el gasto en esfuerzo vano, dinero o emociones. Me encantaría poder hacer eso que es lo único que se me permite, acabar con mi vida, de una manera sencilla, consciente, rápida y sin dolor. Sin molestar, ni siquiera con el mal olor que tiene la muerte. Poder despedirme cuando aun tengo mis sentidos, aunque me estén devorando por dentro; poder saber que lo dejo todo arreglado, que no habrá sobresaltos en algo que debería ser apacible y respetuoso… respetuoso para con el que se va sobretodo.
Somos capaces de hacerle un último favor a nuestro querido compañero, al amigo animal que nos ha acompañado en tantos buenos ratos, ese que nos amó sin pedir nada a cambio. Como lo amamos, no deseamos que tenga un final doloroso, miserable y lo llevamos al veterinario para que haga lo que, yo, quiero que hagan conmigo. Si somos capaces de facilitar el tránsito a ese ser que al fin de cuentas no es de nuestra especie, ni de nuestra sangre… ¿por qué no al que lo es?
Solo espero hacer o que hagan conmigo esto que considero de una sublime generosidad y desde ya, saberlo, sentirlo y apreciarlo; porque ¿no sería maravilloso tenerlo claro? Quiero luz para mis últimos días.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.