Noticia:
Francia abre la puerta al suicidio asistido y a la sedación terminal
Tengo que contar esto a pesar de saber que muchos están
preparando la fiesta esa en la que se celebra el nacimiento, aunque sea de un
enviado de dios. Lo voy a mostrar porque amo la vida, porque me gusta mucho ver
que cada día el sol se presenta ante mí para empujarme a levantarme de la cama
y seguir haciendo esto que nos hace tan especiales… vivir. Quede en las letras
mi gusto y mi esperanza por seguir de este modo muchos años y que la vieja
frase que repito, desde hace ya media docena de años: “Virgencita quede como
estoy!” sirva para conocerme.
Esta noticia que habla de la muerte, me parece el sumun del
amor por la vida y por los seres vivos. Nacemos y nos sueltan al mundo en la
idea de que nos vayamos apañando, unos con más ayudas que otros, pero sin
ponernos más que pequeños parches a la desgracia de una buena enfermedad o un
mal mental que se nos escapa de las manos. Nadie nos dice cómo afrontar la miseria
y el dolor en grado sumo. Lo imaginamos, desearíamos terminar con el agotador
trabajo de vivir, que es lo que se da en estos casos y no hay dios que nos
devuelva la fe por la vida, es más, no se quiere seguir viviendo.
No solo es nuestro gusto egoísta, en muchos casos es también
un gran amor por los que nos rodean, una coherente realidad y ganas de no
continuar con el gasto en esfuerzo vano, dinero o emociones. Me encantaría
poder hacer eso que es lo único que se me permite, acabar con mi vida, de una
manera sencilla, consciente, rápida y sin dolor. Sin molestar, ni siquiera con
el mal olor que tiene la muerte. Poder despedirme cuando aun tengo mis sentidos,
aunque me estén devorando por dentro; poder saber que lo dejo todo arreglado,
que no habrá sobresaltos en algo que debería ser apacible y respetuoso…
respetuoso para con el que se va sobretodo.
Somos capaces de hacerle un último favor a nuestro querido
compañero, al amigo animal que nos ha acompañado en tantos buenos ratos, ese
que nos amó sin pedir nada a cambio. Como lo amamos, no deseamos que tenga un
final doloroso, miserable y lo llevamos al veterinario para que haga lo que,
yo, quiero que hagan conmigo. Si somos capaces de facilitar el tránsito a ese
ser que al fin de cuentas no es de nuestra especie, ni de nuestra sangre… ¿por
qué no al que lo es?
Solo espero hacer o que hagan conmigo esto que considero de
una sublime generosidad y desde ya, saberlo, sentirlo y apreciarlo; porque ¿no
sería maravilloso tenerlo claro? Quiero luz para mis últimos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.