Ayer hablábamos de comida... no salían recetas, ningún
cocinero nos intentaba convencer de la magnificencia del comer... ni siquiera
los preocupados por si esto es ecológico o natural, tenían parte en el
reportaje. Solo se hablaba de la gran cantidad de comida que los muy listos del
primer mundo (dicho así en minúsculas) tiramos sin dolor, sin pensar. Aquí
entraría el dicho: Entre todos la matamos y ellas sola se murió.
¿Quién no escoge la fruta mejor del cesto? ¿quién no mira
escrutando las características de lo que comemos? Todos, porque esto es lo que
hemos aprendido a medida que íbamos creciendo como adultos que viven en una
sociedad dominada por el dinero. Somos consumidores, consumistas y con sumo
gusto, tontos... pero tenemos remedio, sin duda, no permitiremos que se muera
el placer de sabernos un poco más listos cada día.
De a pocos aprendemos que la vida es corta y está llena de
tropezones, y esto no nos ha de hundir, al contrario, nos hemos de levantar con
el ánimo de que se puede cambiar, de que si lo hemos hecho, aunque el resultado
no haya sido tan maravilloso como se nos prometía, podemos hacerlo ahora y
tener un poco de esa felicidad que se obtiene cuando las cosas se hacen bien.
Todos vamos a poner de nuestra parte... como esta gente que
es capaz de sacar lo mejor de la música a través de la utilización de
materiales que pensamos no sirven. No voy a decir que la basura es bella, no
voy a incitar a no tirar nada, tira, tira lo que quieras porque seguro que hay
algunos adelantados que no dejaran que se pierda para siempre el remate de eso
que tanto nos cuesta ganar. Hay gentes que merecen un aplauso.
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