jueves, 3 de enero de 2013


Empezar el día viendo una noticia triste es lamentable. Leerla y sentir que no hice nada por esta persona, ni por las otras muchas que vimos el año pasado y que ahora ya no están o quizás están medio muertas en sus casas, sin molestar y esperando una liberación que ya no tiene trazas sea por un gobierno. Por uno que no sabe hacer y da la sensación de que les prima más un modo de vida que otro, ese que jerarquiza el parné antes que a sus compatriotas... ese que está tan embebido de poder y sabiduría que no son capaces de abrir las ventanas y mirar.
Alcaldes preocupados por sus sueldos y por el qué dirán, a los que les importa bien poco lo que les pase a sus convecinos... Gentes que con un pequeño ramalazo de poder creen que el mundo ha de cambiar a su voluntad y apesta.
Leo por aquí: ¿Qué sucede Marixa? Sucede que estoy harta de quejarme, sucede que tengo ganas de quemar, pero no mi pobre cuerpo de currelas sin curro, de ama de casa sin casa, de niño al que le importa una mierda si se habla en tal o cual, de joven sin futuro... quiero quemar las instituciones que no ayudan nada y miran desde lo alto lo mal que muchos lo están pasando.
Gritan los sanitarios, gritan los mineros, los maestros o los lingüistas y cada uno grita para ser escuchado en su entorno y si se da el caso de que el sonido llegue más lejos, mejor, aun teniendo la sensación de que no sirva para nada. Este no es el "mismo carro" que imaginé, sería que hablábamos del camino...
No te sientas seguro, a este banco se le empiezan a quemar las patas y nos hemos de caer... todos.

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