lunes, 11 de febrero de 2013


Cierto es que para escribir no siempre tiene uno que rodearse de cierto atrezo... pero ayuda. Ayuda el decorado a buscar las palabras, o a perderlas, que es lo mismo si estás escribiendo. 
Unos autores pueden crear los versos más bellos sobre el amor justo cuando no tienen amante cercano; otros se rodean del olor del campo para recordar el humo de las fábricas o quizás, solo con los muebles inventados, que todos tenemos en la cabeza tienes la posibilidad de vivir en un castillo medieval.
Sé, que me lo han contado, que cuando las musas llenan han de pillarte con un lápiz en las manos y una terrible página en blanco que está pidiendo guerra. Me dicen, que las ven llegar y el cuerpo segrega fuegos artificiales y no hay nada alrededor que pueda apagar esa chispa...
En la espera, se fuma, se bebe y se es... normal, o cuasi normal. Esperas y brindas, llegan y brindas, escribes y te vacías... con la relajación, brindas...
Aquí una lista de los efluvios con los que brindaban los autores... no se cuenta que la mayoría empezó levantando vinos baratos que cuando las musas aparecían se tornaban en el mismísimo jugo que sale del sudor del dios Baco.

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