"Asistente médico, enfermero, terapeuta, personal de
vuelo, estilista, voluntariado o beneficencia, maestro, artista, médico y
contable..." Estas profesiones repelen a los que tienen tendencias de
psicópata.
Que no lo digo yo, que es un estudio que acabo de leer en la
web que paso más abajo. No hubiese dicho tanto... y no es que quiera malmeter
contra estas profesiones, para nada, es más bien que me parece que no hablamos
de las mismas psicopatías... Acaso nadie vio como un sanitario miraba y
participaba sujetándote cuando eras chico y te querían vacunar? Acaso no
sentimos el desprecio de un auxiliar en un vuelo de Ryanair, cuando se te
ocurrió mostrar que te habías traído una botella de agua para no pagar los 3
eurazos que nos quieren sablear?
Y esa estilista de vocación que te llama gorda
disimuladamente y te enseña que jamás podrás meterte en una talla 38? Disfruta
viendo las imperfecciones de tu piel, los pelos descolocados, rebeldes, que
mata a base de lacas y descarga sobre ti ese mal gusto recopilado durante años?
O el maestro aquel que de críos se pasaba las clases matando niños... sí, sí,
nos mataba a base de aburrimiento, que es un modo triste de morir por partes.
Primero el alma, y sabías de su paciencia, ya moriría el cuerpo cuando le
tocase, que viéndote tan desganado, tan asqueado por la instrucción era posible
que acabases drogado en cualquier cuneta. Del contable no voy a comentar, todos
los conocen y saben del disfrute cuando dicen esa frase lapidaria: “Ya lo dije
en el informe...” no gustan a la hora de perder un empleo pero se regocijan si
esto pasa por la mala gestión de la empresa, por no hacerle caso cuando
pretenden que hay que deshacerse del lastre de los empleados viejos.
En el rank de voluntarios, beneficencia, cabe resaltar dos
ramas en las que la psicopatía sube de categoría: los espirituales y los
funcionarios. En el primer grupo caben las monjas, con esa soberbia que
adquieren al convertirse en esposas de Dios, cosa que las hace superiores a
cualquier otra mujer sobre la tierra. Ellas se saben imprescindibles en la
organización, son sanitarias, limpiadoras, educadoras, incluso contables y
saben que las caras de amargura envilecen a los que les rodean. Estoy segura
que cuando hacen dulces no es por amor, es para que engordemos, para que nos de
un coma por el azúcar o nos volvamos espitosos y luego nos sintamos como lo
peor de la especie. Los de la otra catalogación, los que llamo funcionarios se
podría decir que lo ocupan los que organizan todo tipo de festivales para el
bien de una o varias causas. Estos se recargan de generosidad y suben a un
escaño donde sienten que son luminosos, a veces se hacen políticos y gobiernan
por el bien de los demás, aun cuando su psicopatía les lleve a ser pequeños
dictadores de cómo hemos de comportarnos los usuarios de tan digno bien. No
quiero dejar de hablar de los buenos, quizás más mujeres que hombres, como
Asistentes Sociales, que desde sus puestos se crecen según van entrando los
pobres que van a pedir consejo o ayuda del estado o del ayuntamiento. Siempre
con esas indirectas confirmando que eres de la peor clase social y que está en
su mano el salvarte. Se animan a vaticinar tu miseria y saben que la culpa de
todo la tiene aquel maestro que no te supo enseñar lo que era la vida, o el
médico que no te hizo una lobotomía a tiempo. Si el desastre se hizo patente te
mandará a un terapeuta que decidirá si estas capacitado para ser... padremadre
o persona y este disfrutará sabiendo que eres pelota elástica y que no te queda
otra que pasar por los aros que te pongan. También puede darse el caso de que
ese mismo terapeuta te tenga contando tus vidas pasadas solo por puro cotilleo,
sin razón alguna, sin enseñarte nada nuevo y removiendo las vísceras para mayor
dolor.
El artista... ah! el artista... ese que enloquece cuando
trabaja y más cuando vende una pieza por un precio desorbitado. Los hay que
trabajan duro toda su vida, no creando, no, haciendo obras que son difíciles de
mirar, esas que duelen por no tener coherencia alguna y que a base de su empeño
cuelgan en exposiciones donde invitan a los auxiliares de vuelo, a los santos
generosos, a los contables, o sanitarios y todos al unisonó deciden que eso, es
arte. Y tu cada vez te sientes peor, cada vez te duele más la cabeza y no sabes
porque has empezado a ver caras en las nubes y a hablar con los muertos. Te
hiciste con un zapato al que le pusiste nombre y le chillas, le castigas porque
no para de ladrar...
Pordios! que nadie nos quite el placer de ser psicópatas, el
gusto por la sangre o la desgracia... si esto sucediera, es posible que a lo
mejor seríamos felices y eso, eso no se puede soportar.
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