martes, 8 de enero de 2013


Siempre he pensado que la historia la deberían contar otros. No los historiadores, debería ser una lista de esas que hacen los científicos con datos reales, estadísticas donde comparar, jugar con la teoría del caos que en ocasiones parece tan concreta.
Pero no, aquí seguimos con la observancia, sin tener en cuenta que miles son los ojos que trabajan recopilando impresiones y muchas las variables que nos rodean. Los historiadores seguirán haciendo lo propio, contar historias de la historia con mayor o menor gracia, con el uso de esa vena artística que le brota al que en este país hace algo. Da igual si eres un afamado lingüista, matemático o el mecánico de la esquina, a la hora de trabajar siempre hay música alrededor, bien por tener un auricular a la oreja, bien por no dejar de canturrear en la tarea. Y esto nos despista, nos hace ver las cosas de otro modo, que todos sabemos lo mucho que la canción nos influye. Es que si no, no le veo justificación.
Los métodos, los análisis, la deducción se aúnan para crear una escena que en muchas ocasiones no es real.
No soy yo la indicada para quejarme, solo lo soy por pura comparación, y les veo que ellos, hacen lo mismo. Son capaces de imaginar las situaciones, de recrearlas al son de las notas, según esté el día con más o menos sol y todo parece una novela que se va haciendo real cuando se escribe. Estas gentes no pueden decirse historiadores, solo son escritores que a falta de imaginación, tiran mano de algunas facetas vividas por ellos o por sus allegados y carecen de algo primordial: los Ysis.
No es de recibo contar mi secreto, ese modo de ver la vida desde otra posibilidad, esa manera de dudar ante lo que parece tan autentico, “…y si…” y si no es como lo pintan, y si no lo veo porque tengo pelusa en la cabeza, y si estoy siendo benévolo, o exagerado, o malicioso… Los Ysis dan al humano la posibilidad de mejorar, de comprender y de contar la historia de varias maneras, del buen escritor será el trabajo de que al leerla nadie se sienta excluido y lo dicho parezca un retrato de la verdad.

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