viernes, 11 de octubre de 2013

MUNDO KAFKIANO.... Globalmente hablando.


¡A los buenos días!
Un amigo subía una fotografía de él, feliz, que es un poeta feliz; poeta y político, de un país que poco a poco y gracias a él voy descubriendo.
La foto estaba tomada en Bélgica y es un termómetro grandote, azul, con un enunciado: KAFKA INDEX y al final debajo del termómetro hay un cubo de basura.
Los de Kafka.be, son una asociación belga con un lema que me gusta: "La Simplification fait la Force" y se lo trabajan. Exponen esas cosas, en la, por la burocracia, que son tan obvias que nos parece idiota que se lleven a cabo, año tras año, siglo tras siglo.
Si tuviese que hacer una lista de las mil tontadas que veo o sufro, o casi ni soy consciente, se alargaría bastante. Vivimos en un mundo donde por el solo hecho de que las acciones se conviertan en cotidianas las aceptamos, como si fuesen imposibles de apartar. No es cierto, nos engañan con mil cuentos y a estas alturas creo que nos gusta; quizás lo que menos nos guste sea el tener que ponernos a trabajar para triar lo inútil de lo necesario y cambiar las cosas.
Hace mucho que entendí cuando alguien decía aquello de... "¡Es kafkiano!"... y siento ver que hace mucho, también, que ya no pienso en esto. Me da que mi conformismo me ha arrebatado la razón, el razonamiento, que estoy metida de tal manera en el Todo que no veo lo que de verdad esconde.
Miro, nos miro y presiento que el engaño se está convirtiendo en verdad, de tanto decirlo. Y es terrible, porque si uno se cree las necesidades falsas, los falsos aplausos, el reconocimiento de los mediocres, no será capaz de mejorar como persona. Será un borreguito más de esos que amplían el mondo y que de haber alguien con cabeza diga: "¡Es kafkiano!"
Nos engañan, pero ¿queremos que nos engañen? ¿Contesto? ¡Sí! y sí muchas veces.
Vemos abusos y justificamos. Vemos demócratas que en grupo se convierten en un dictador de muchos nombres. Vemos que se hacen cosas sin sentido y callamos. Lo vemos, pero siempre con esa sensación de lejanía, como cuando uno leía al gran Kafka y tenía la sensación de que el hombre exageraba, hasta que ves América y la reconoces, o te sientes una cucaracha dejada de la mano de dios.
No podemos seguir así, inventando historias para vivir una realidad; ya inflamos tanto el globo que me parece que la única salida es que explote, creo que es más sencillo quedarnos sin eso, que seguir soportando la carga de los que no paran de soplar.

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