martes, 15 de octubre de 2013

Banksy en su web nos muestra un clip desalentador. ¿Somos unos esnobistas del arte?




Esta mañana he visto, he creído ver, a un artista señalando. Es cierto que los artistas siempre señalan o casi siempre, de tal modo que cuando no lo hacen, uno tiene la sensación de ser apuntado. Esto no está mal, si pintas o escribes poesía; siempre un punto al lado de la pincelada, o de la palabra, nos encontraremos con un medio que nos lleva a lugares mejores, a un lugar de fantasía, tenga el color que tenga.
La web es de un muchacho, ya hombre, que pinta bien, pero casi es mejor lo que dice con su pintura. Bodegones de la realidad instalados en el gran lienzo de lo cotidiano, donde se vive o se malvive. Son, como mensajes recordatorio.
El pintor intenta ser una persona anónima, muchas obras ni se firman, muchas quedan solo para que los mirones las disfruten tal cual son, pintadas en la calle, un grafiti diferente, más sencillo que las explosiones de color de los otros chicos.
Hoy la obra callejera de este autor se considera a la altura de los grandes, se recortan trozos de los edificios y alcanzan una cantidad impresionante de dinero.
En una de esas, el tipo, que es tan listo como buen pintor, quiere saber hasta qué punto su arte gusta más por si mismo que por la popularidad que se ha conseguido gracias internet. Se monta un puesto en medio de una gran avenida, pone a la venta a unos precios muy bajos, muy normales, unas cuantas piezas y van pasando todos esos que lo admiran cuando ven la buena crítica en los medios. Muchos, a buen seguro, han ido a fotografiar esa pieza que aun se mantiene en su lugar, en la calle, a ras del suelo. Pasan sin ni siquiera fijarse, les importa poco este arte que si lo aplaudes te hace chic... Solo unas pocas personas compran alguna pieza, por gusto, porque sí. El resto, si ha mirado no ha visto nada.
Veo esta acción, en el clip que puedes ver en su web, un resumen de un día magnífico, un día en el que con un poco de suerte vemos lo mucho que nos manipulan; el gusto, el sentido, las ganas...

Otra de las cosas que saco en duda, triste y razonable duda, es el pensar que de no ser por la popularidad, por una buena campaña de valor, de catalogación como cultura, serían ensalzadas muchas obras que a mi entender son de un soso que se mueren, o una simple broma de autor, un vacile más solo por ver hasta qué punto llegamos con ese esnobismo que nos caracteriza, vivas donde vivas y pertenezcas al grupo social que pertenezcas. Muy dados somos a llamar arte a la artesanía y exquisitez a lo que se convierte en vulgar.

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