Desde hace mucho que me peleo con el personal por algunas
cosas que me mosquean; a ellos les parece tan normales, tan aceptables…
Son aceptadas por
todos y los que no lo tienen tan claro, en muchas ocasiones, no lo pueden, no
lo podemos, soltar así, de cuajo, por varias razones.
Una es que los temas suelen ser extensos y densos, y que a
la mayoría nos falta información, o si la tenemos, por lo menos en mi caso,
también me produce muchas dudas de que sea real.
Otro fondo es que los temas tienen costra. Se crea a su alrededor
un aura, una capa, que nos dice que no es pertinente, oportuno, la discusión, bien
por parecer lo que no somos o por dejar ver lo que sí, pero que no nos interesa
que se sepa, ya que ésta sociedad se mueve mucho por las sensaciones que tenemos
de los otros y se pierde o se gana por ese impacto que te puedes llevas si
sueltas algo fuerte, o simplemente, que no sea acorde con los otros, y te
tachen de las listas de la gente "normal" según el grupo.
El no querer hacer daño, por llevar la contra, también
cuenta. Es posible que cuando niegas una afirmación a otro, o le corriges en
algo que defiende y puede ser que tú tengas claro la realidad, por estudio, por
ciencia, desde luego, sea que la distancia es tan enorme que al final pareciese
que le llamas tonto, como lo más bonito.
O bien, que sientas el engaño, ese que me da es el que flota
en el ambiente y en el que los preocupados por informarse encuentran vacíos o
capas de falsedades para despistar a una población que solo quiere vivir
tranquila y no le dejan. A veces ser ignorante es mucho más relajado que saber,
más barato y efectivo.
Veo la historia esta del ecologismo y no me gusta. Siempre
tengo una sensación de que me quieren estar vendiendo algo, reconozco las
técnicas de captación, tipo religioso, como una secta y... no me gusta. Mi
normal razón, mi lógica hacia las cosas, me hace ver que hay huecos, mentiras o
verdades deformadas y cuando me preocupo de investigar un poco de donde viene
tanta fe, me doy cuenta de que mucho de lo dicho ha nacido de las bocas de los
mejores charlatanes. Poca ciencia rodea el tema, la de verdad, la de ensayo y
error, la que no busca el acierto, sino el fallo de la premisa... la que prueba
y comprueba miles de veces lo que parece ser es una verdad.
Hoy leía este artículo y tampoco me convence. Tiene razón el
tipo cuando dice que gracias a la producción en masa de la agricultura podemos
alimentarnos todos, pero deja de lado los grandes destrozos que causamos por
esto. La agricultura siempre me pareció eso... agri y cultura, una manera de
vivir que se rompe cuando es una manera de vivir para llenar las estanterías de
un Carrefour cualquiera. Todos queremos tener a mano lo que nos sirve de
alimentación, poder conseguirlo todo el tiempo y a poder ser, poder pagarlo.
Poco importa en mi dieta si no toca comer naranjas, porque las puedo encontrar
siempre y mi reloj alimentario lo sabe. No se pregunta si son muy naturales o
si llevan meses en un congelador previa ducha de no sé qué asquerosidad... eso
no cuenta.
Lo de la “eco” es harina de otro costal. Queda bien decir
que eres de los que comen productos así, que tu ropa tiene tejidos tal o que
tus muebles son de madera cual...
Al principio nos invadió el tema de ser
"Naturales" y nos rodeamos de linos y maderas. Casi decir que eras
vegetariano era una categoría social. Luego cuando lo de seguir... no sé,
talando árboles para poder tener unos "naturales" muebles, se hizo
denuncia, lo dejamos. Nos pasamos a la reutilización, ya no se talan árboles,
¡ja!
Recuerdo que hace muchos años me vi en una manifestación de
gente que gritaba al mundo que nos cargábamos el planeta, que había que ser
ecológicos y utilizar lo natural. En esto metían las cosas hechas con cariño,
artesanías varias, la agricultura de zona, los productos sin conservantes, la
bici... ¡Era tan bonito! Y les miraba denunciando a los que comíamos carne o
pescado por esquilmar la tierra, a los de los coches por contaminarla, etc,
etc. En una de esas pensé hasta qué punto se lo creían...
Tomé de entre los muchos que allí había cinco, tres chicos y
dos chicas, que a simple vista me parecían los más enterados.
No puedo recordar bien la estadística que hice, pero no me
olvido de que los cinco usaban calzado con cuero, algodón en sus ropas de
distintas procedencias, más tirando al Made in India, donde ni se sabe lo que
se contamina con los tintes o lo que se machaca a los obreros de las tejedurías
(se sabe). Alguno llevaba un bonito y modernete reloj y casi todos adornos
identificativos, bien como pertenecientes a un grupo, bien solo por estética y
todos hechos de buen metal y encantador plástico. Al rato, cuando decayó el
ánimo se fueron todo contentos a beberse unas cervezas y hacerse unos
cigarritos (o lo que fuesen). Todos tenían un teléfono móvil.
En otras ocasiones he preguntado a los agricultores por este
tema. Los viejos se ríen de nuestras tontadas, que les parece eso, tontadas.
Recuerdan las ocasiones en que la totalidad de la producción familiar se les
había ido al carajo por unos pequeños bichillos que no pudieron liquidar. Y
saben que de permitir eso, el campo se queda vacío, la gente tiene que cubrir
sus necesidades con su trabajo y no es el caso de que tenga uno que sufrir todo
el tiempo. Las granizadas no se pueden evitar, una sequia, pero un pulgón sí. Muchos
pueblos tuvieron que emigrar porque una plaga acabó con las cosechas.
Otros, los que lo intentan hacer sin ningún tipo de
insecticidas, también lo consiguen. Muchas horas encima de los caballones,
muchas regando, controlando las hierbas, cada bichillo que aparece... y luego
la producción es lo que es, nunca tiene esa bonita forma o el brillo que a la
larga tenemos en nuestras cabezas como recuerdo de lo que es sano.
Nadie se imagina a la bruja de Blanca Nieves con una manzana
ecológica, porque los de Disney nos contaron que eso, las manzanas tenían que
ser una cosa así, de brillante tono y forma perfecta.
Lo triste del caso es que en mi cabeza tengo sabores del
pasado que pocas veces encuentro hoy en día. A lo mejor es que los sublimé, los
tengo en una repisa especial y no hay manera de encontrarlos. Las cosas eco no
me llegan a saber a lo que recuerdo. Entiendo que estén mucho menos
contaminadas, que esto me gusta y lo necesito; pero no puedo pagarlas.
Esto es un poco como cuando se empezó a decir a los viejos
que debían dejar de alimentarse como lo hacían, que el jamón serrano era
primordial o el aceite de oliva. Vale, no lo dudo, pero a ver cuántos viejitos
podían llevar ese ritmo de vida. No olviden que nosotros, los que tenemos una
edad, teníamos una alimentación diferente a diario y otra para las fiestas de
guardar, sin olvidar la que llegaba en días súper especiales.
La gente usaba aceite de oliva solo para las ensaladas, para
crudos, o el pescado blanco se comía si estabas mal de la barriga, que era muy
caro. Somos hijos de la sardina más que de la anchoa que se vendía por docenas.
Diles a los pensionistas que no pueden comer cerdo, que tiren de ternera... al
doble de precio. Estas cosas pasaban y pasan, solo que ahora no les dices eso,
les dices que coman fruta y en esas he visto un montón de abuelas mareadas
cuando llegan a la frutería y ven que cuatro naranjas valen lo que medio
pollo... pollo desnaturalizado, claro!
Por estas cosas no tengo nada claro que el tema este sea
real. Ni este tipo que defiende el consumo de transgénicos, por muy científico
que sea, ni los otros que lo machacan, que también hay científicos que
mantienen esta postura. Lo suyo es ponerme del lado de los que aun no han
conseguido subir en la escala de los ladrones iluminados, los que no pertenecen
aun a esas corporaciones que cada día tengo más claro no hacen nada por nosotros,
solo quieren más y más, y lo curioso es que me da que ya no es dinero lo que
desean. Es nuestra voluntad, la vida misma que la quieren solo para ellos.El bioquímico defiende que la causa verde es “moda y ‘postureo”
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