viernes, 18 de octubre de 2013

¿ES MODA O POSTUREO LA ECOLOGÍA?


Desde hace mucho que me peleo con el personal por algunas cosas que me mosquean; a ellos les parece tan normales, tan aceptables…
 Son aceptadas por todos y los que no lo tienen tan claro, en muchas ocasiones, no lo pueden, no lo podemos, soltar así, de cuajo, por varias razones.
Una es que los temas suelen ser extensos y densos, y que a la mayoría nos falta información, o si la tenemos, por lo menos en mi caso, también me produce muchas dudas de que sea real.
Otro fondo es que los temas tienen costra. Se crea a su alrededor un aura, una capa, que nos dice que no es pertinente, oportuno, la discusión, bien por parecer lo que no somos o por dejar ver lo que sí, pero que no nos interesa que se sepa, ya que ésta sociedad se mueve mucho por las sensaciones que tenemos de los otros y se pierde o se gana por ese impacto que te puedes llevas si sueltas algo fuerte, o simplemente, que no sea acorde con los otros, y te tachen de las listas de la gente "normal" según el grupo.
El no querer hacer daño, por llevar la contra, también cuenta. Es posible que cuando niegas una afirmación a otro, o le corriges en algo que defiende y puede ser que tú tengas claro la realidad, por estudio, por ciencia, desde luego, sea que la distancia es tan enorme que al final pareciese que le llamas tonto, como lo más bonito.
O bien, que sientas el engaño, ese que me da es el que flota en el ambiente y en el que los preocupados por informarse encuentran vacíos o capas de falsedades para despistar a una población que solo quiere vivir tranquila y no le dejan. A veces ser ignorante es mucho más relajado que saber, más barato y efectivo.
Veo la historia esta del ecologismo y no me gusta. Siempre tengo una sensación de que me quieren estar vendiendo algo, reconozco las técnicas de captación, tipo religioso, como una secta y... no me gusta. Mi normal razón, mi lógica hacia las cosas, me hace ver que hay huecos, mentiras o verdades deformadas y cuando me preocupo de investigar un poco de donde viene tanta fe, me doy cuenta de que mucho de lo dicho ha nacido de las bocas de los mejores charlatanes. Poca ciencia rodea el tema, la de verdad, la de ensayo y error, la que no busca el acierto, sino el fallo de la premisa... la que prueba y comprueba miles de veces lo que parece ser es una verdad.
Hoy leía este artículo y tampoco me convence. Tiene razón el tipo cuando dice que gracias a la producción en masa de la agricultura podemos alimentarnos todos, pero deja de lado los grandes destrozos que causamos por esto. La agricultura siempre me pareció eso... agri y cultura, una manera de vivir que se rompe cuando es una manera de vivir para llenar las estanterías de un Carrefour cualquiera. Todos queremos tener a mano lo que nos sirve de alimentación, poder conseguirlo todo el tiempo y a poder ser, poder pagarlo. Poco importa en mi dieta si no toca comer naranjas, porque las puedo encontrar siempre y mi reloj alimentario lo sabe. No se pregunta si son muy naturales o si llevan meses en un congelador previa ducha de no sé qué asquerosidad... eso no cuenta.
Lo de la “eco” es harina de otro costal. Queda bien decir que eres de los que comen productos así, que tu ropa tiene tejidos tal o que tus muebles son de madera cual...
Al principio nos invadió el tema de ser "Naturales" y nos rodeamos de linos y maderas. Casi decir que eras vegetariano era una categoría social. Luego cuando lo de seguir... no sé, talando árboles para poder tener unos "naturales" muebles, se hizo denuncia, lo dejamos. Nos pasamos a la reutilización, ya no se talan árboles, ¡ja!
Recuerdo que hace muchos años me vi en una manifestación de gente que gritaba al mundo que nos cargábamos el planeta, que había que ser ecológicos y utilizar lo natural. En esto metían las cosas hechas con cariño, artesanías varias, la agricultura de zona, los productos sin conservantes, la bici... ¡Era tan bonito! Y les miraba denunciando a los que comíamos carne o pescado por esquilmar la tierra, a los de los coches por contaminarla, etc, etc. En una de esas pensé hasta qué punto se lo creían...
Tomé de entre los muchos que allí había cinco, tres chicos y dos chicas, que a simple vista me parecían los más enterados.
No puedo recordar bien la estadística que hice, pero no me olvido de que los cinco usaban calzado con cuero, algodón en sus ropas de distintas procedencias, más tirando al Made in India, donde ni se sabe lo que se contamina con los tintes o lo que se machaca a los obreros de las tejedurías (se sabe). Alguno llevaba un bonito y modernete reloj y casi todos adornos identificativos, bien como pertenecientes a un grupo, bien solo por estética y todos hechos de buen metal y encantador plástico. Al rato, cuando decayó el ánimo se fueron todo contentos a beberse unas cervezas y hacerse unos cigarritos (o lo que fuesen). Todos tenían un teléfono móvil.
En otras ocasiones he preguntado a los agricultores por este tema. Los viejos se ríen de nuestras tontadas, que les parece eso, tontadas. Recuerdan las ocasiones en que la totalidad de la producción familiar se les había ido al carajo por unos pequeños bichillos que no pudieron liquidar. Y saben que de permitir eso, el campo se queda vacío, la gente tiene que cubrir sus necesidades con su trabajo y no es el caso de que tenga uno que sufrir todo el tiempo. Las granizadas no se pueden evitar, una sequia, pero un pulgón sí. Muchos pueblos tuvieron que emigrar porque una plaga acabó con las cosechas.
Otros, los que lo intentan hacer sin ningún tipo de insecticidas, también lo consiguen. Muchas horas encima de los caballones, muchas regando, controlando las hierbas, cada bichillo que aparece... y luego la producción es lo que es, nunca tiene esa bonita forma o el brillo que a la larga tenemos en nuestras cabezas como recuerdo de lo que es sano.
Nadie se imagina a la bruja de Blanca Nieves con una manzana ecológica, porque los de Disney nos contaron que eso, las manzanas tenían que ser una cosa así, de brillante tono y forma perfecta.
Lo triste del caso es que en mi cabeza tengo sabores del pasado que pocas veces encuentro hoy en día. A lo mejor es que los sublimé, los tengo en una repisa especial y no hay manera de encontrarlos. Las cosas eco no me llegan a saber a lo que recuerdo. Entiendo que estén mucho menos contaminadas, que esto me gusta y lo necesito; pero no puedo pagarlas.
Esto es un poco como cuando se empezó a decir a los viejos que debían dejar de alimentarse como lo hacían, que el jamón serrano era primordial o el aceite de oliva. Vale, no lo dudo, pero a ver cuántos viejitos podían llevar ese ritmo de vida. No olviden que nosotros, los que tenemos una edad, teníamos una alimentación diferente a diario y otra para las fiestas de guardar, sin olvidar la que llegaba en días súper especiales.
La gente usaba aceite de oliva solo para las ensaladas, para crudos, o el pescado blanco se comía si estabas mal de la barriga, que era muy caro. Somos hijos de la sardina más que de la anchoa que se vendía por docenas. Diles a los pensionistas que no pueden comer cerdo, que tiren de ternera... al doble de precio. Estas cosas pasaban y pasan, solo que ahora no les dices eso, les dices que coman fruta y en esas he visto un montón de abuelas mareadas cuando llegan a la frutería y ven que cuatro naranjas valen lo que medio pollo... pollo desnaturalizado, claro!
Por estas cosas no tengo nada claro que el tema este sea real. Ni este tipo que defiende el consumo de transgénicos, por muy científico que sea, ni los otros que lo machacan, que también hay científicos que mantienen esta postura. Lo suyo es ponerme del lado de los que aun no han conseguido subir en la escala de los ladrones iluminados, los que no pertenecen aun a esas corporaciones que cada día tengo más claro no hacen nada por nosotros, solo quieren más y más, y lo curioso es que me da que ya no es dinero lo que desean. Es nuestra voluntad, la vida misma que la quieren solo para ellos.El bioquímico defiende que la causa verde es “moda y ‘postureo”

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