Buscaba un clip de The Rolling Stones que ayer lo chicos
también aniversaban algo; una canción de las populares, las que sin dejar de
ser Rollings nos llevase a cantarla por conocida, por ser cercana y... y he
pasado de unos a otros, he bailado con las piernas atadas que trae un
levantarse, un sobre vivir y un mosqueo constante. Quería algo con la
suficiente fuerza como para levantarnos de la silla, buscar las cerillas y
quemarlo todo... otra canción me llevó al sosiego y al entender que ya es
difícil tener un mechero a mano. Desaté mis nudos, use el mechero para quemar
la mala leche y me volví un poco tonta... Lo mismo que cuando enciendo la tele
y disfruto con el caudal de noticias sobre la vida que me rodea, mi vida, esa que
desearía estuviese veraneando en una playa de finos guijarros. Aquí estamos una
mañana más saboreando el guiso de nuestros propios infortunios y nuestras
sutiles alegrías. Y es que nos han cansado antes de empezar a pelear; han
callado nuestras bocas con la mordaza del miedo y la carestía, intentan que no
bailemos al son de la música que nos da la gana. Ellos tendrán su propia banda,
su ritmo y a nosotros solo nos quedan dos cosas: taponarnos los oídos con la
indiferencia o cantar, gritar casi, que para esto no hay pecunio que valga.
Nos tienen que ver enfadados, que lo sepan, no son dueños de
nada; no tienen que escuchar, que se enteren, nosotros somos los protagonistas
y los espectadores y se han terminado las tonterías, queremos ser los
guionistas. No es de recibo tener largas listas con los nombres de los mayores
sinvergüenzas y ver como sonríen sin pena, pero con la gloria del que a
sabiendas lo hizo mal y no le pillaron. Nos están haciendo las cuentas y es que
me entendieron mal, dije: Borrón y cuenta nueva. No un cuaderno que ellos
quieren imponer, ni un lápiz por obligación… y la goma de borrar, quiero que
sea la nuestra, no la de ellos.
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