martes, 10 de diciembre de 2013

Maldita nación esta que está matando a sus habitantes, de asco y de vergüenza…


Querido Gobierno de España:
No tengo particular inclinación al lugar donde nací, salvo por mis recuerdos infantiles, esos que conforman parte de mi personalidad; digo parte porque hubo cientos de lugares y personas que también hicieron posible lo que ahora soy, incluso el lugar donde vivo y en el que me siento, más o menos, feliz, siempre abanderando el trapillo de que estoy aquí por voluntad propia, cosa que de analizarse a lo mejor cabría rasgo de duda.
Lo que queda claro y oficial es que soy española por nacionalidad y que desde hace ya muchos años hay una especie de lima que me va desgastando, sí, me desgasto como española; al fin de cuentas soy de las que defienden el hecho de que nacer, es una casualidad, a veces una maldita o un devenir sin más.
Últimamente me doy cuenta de que quiero borrarme de esto. Vivo aquí en este país y si bien, comparado con otros me parece entretenido, incluso un lujo si me voy a lugares en otros puntos del mundo, cada día ando más molesta con todo lo que hacen.
Pensé que la democracia era una estafa, pero ustedes me están haciendo ver que es una soberana estafa. Les he visto, con el rabillo del ojo, hacer cosas que vistas con cordura nos decían lo que nos robaban, o las ansias de notoriedad, de lucimiento a costa del pecunio nacional y no hice nada. Esperé como esperamos la mayoría que la "democracia" haría por mí lo que no hago yo, dar la cara, socorrer al necesitado, mejorar o cuanto menos, no joder lo mejorado. Y no, veo que no es un parámetro del buen funcionamiento de un país el esperar que esta forma de hacer política mantenga a los ciudadanos felices.
Imagino que los que les votaron se fiaron de eso que hacen todos, sean del ramo que sean, confiaron en la presentación, que para ellos debía de ser lo que se llama buen juicio. Luego las cosas no eran así y a medida que pasaban los días aquello que dijeron quedó como agua de lluvia, como viento de tarde, como un poema de borracho... nada. Hacen lo que les da la real gana. Y yo ya estoy pensando que no quiero seguir llevando una etiqueta donde dice que soy española.
Lo he meditado mucho, cada día mí mala hostia sube, mi descontento se marca, mi impotencia rebosa todos los bordes.
No tengo muy claro si esto tiene remedio, pero sé que tal y como anda la cosa, no me gusta.
Un día salvan a los ricos con la excusa de que así los pobres podrán comer; al día siguiente hay colas en las oficinas del paro y en los comedores sociales. Un día se dan cuenta de que sus funcionarios cobran demasiado y rebajan los sueldos; al día siguiente hay miles de pequeños negocios cerrando. Un día la Sanidad les parece un lujo que no nos podemos permitir; al día siguiente hay miles de enfermos sin esperanza, acojonados preparándose para morir, incluso con una atención recortada que no es suficiente, nunca lo es con la salud.
Otro día cualquiera, creen que no pagamos lo suficiente y nos suben todos los servicios; al día siguiente sus amigos, ganan más que nunca.
Un día las mujeres escuchamos barbaridades por hacer algo que no nos gusta, abortar; al día siguiente se erigen en dioses que deciden lo que debemos pensar, hacer y rezar. No nos quieren, no quieren a ninguno que intente salir de su pequeño reducto, hay clases y la suya es la elegida por dios para tener buenaventura.
Me quiero ir porque les veo rencorosos, maliciosos para con los que no piensan como ustedes.
El día en que decidieron que la ley debía de ser moneda, hicieron algo grande, se delataron. Huele mal, muy mal. Seguramente alguno que no hizo, calló. Seguramente alguno que se mezcló, anda jugando al despiste, calla. Y los ladrones van a la oficina, cada día. Los ladrones, van a sus fiestas, se casan con sus hijas y les hacen regalos; al día siguiente hay seis millones de personas sin trabajo y a nadie le importa.
Unos reclaman cacho de este país y moquean por el gasto mientras ellos llenan sus bolsillos con el dinero de los que hacen fila. Y a mí me dan asco y pena, porque no se han parado a pensar que yo, si la casualidad hubiese querido, habría nacido allí y sería lo mismo, ahora, tendría ganas de borrarme.
Me levanto cada mañana esperando una noticia manipulada, da igual como la manipulen, siempre suena mal, huele a podrido.
Me van a multar por todo. Desde dar de comer a las palomas a mirar mal a un policía. Me miran con mil cámaras y cuando me quejo porque veo a sus forzudos personajes que deberían cuidar de mi, darme seguridad, y lo que me dan son hostias, las fuerzas policiales, me dicen que abren la puerta y que se terminó quejarse, no tendremos pruebas, no nos dejan. Pero no solo están contentos con cerrarnos la boca y los ojos, ahora, además, quieren que los “seguretas” sean los primos pobres y para que no haya duda les dan pie, poder. Y se quedan tan panchos. Ahora el "Manolo" de turno que se metió a un gimnasio porque quería tener cachas como los de la tele, ese que justo acabó la escuela con un título básico y que un amigo bruto le dijo que podía hacerse "guarda", ese que todos hemos visto rondando en los supermercados o las obras... ese va a ser uno que pueda cachearme, que pueda ponerme esposas o que me humille si le sale de los cojones... y ustedes lo hicieron ley.
Privaticen el aire, el sol y la lluvia. Privaticen hasta las defecaciones, los vómitos y la sangre que sale de las venas de los que se andan suicidando porque no ven un futuro. Al día siguiente se han de quedar solos, porque si tuviese dos cojones estaría buscando otro lugar para vivir. Lo he buscado y temo que no hay lugar que se salve, todos están infectados por lo mismo que nuestro país, por ustedes los políticos profesionales, los que ya no tienen moral ni corazón.
Maldita nación esta que está matando a sus habitantes, de asco y de vergüenza… y lo que es peor, no a todos.