Hoy aquí es un día de fiesta. Se celebra una de santo y otra
de familia; la de san José que da para espectaculares fiestas en la Comunidad
Valenciana y lo de propiamente, ser padre.
Siempre he pensado que es triste tener una celebración justo
el día en que algo pasa que te la eclipsa. Así pues hoy pocos recuerdan, en
siendo católicos que hubo otros santos: Alcmondo (se celebra en los Alcampo),
Amancio (lo celebran en Zara), Apolonio (no lo celebran, que ya murieron),
Cándido (los que pillaron preferentes), Cuartila (los escritores malos),
Landoaldo (los que tuvierón un Landó, mayormente ya fallecidos), Marcos (los
pintores), Pancario (los que hacen pancartas), Quinto (los de Tele5 que siempre
pensaron los íbamos a colocar en ese lugar del mando) y así unos cuantos más.
Santos hay para todos y para todos los gustos, pero me da
que estos no tienen el tronío de algunos y pasan sin pena ni gloria. Y es que
hacerte santo para no tener gloria es muy bobo. Al final, alguno, en un
arranque de originalidad, le pone al niño Pancario y el muchacho crece siendo
un panfleto social, se hace de un movimiento revolucionario y monta un grupo.
Es famoso en su barrio por ser el único al que le entran correctamente todas
las proclamas en las lonas, cosa realmente complicada y que requiere una
inteligencia espacial digna de mención.
Y luego está el empeño en celebrar el Día del Padre. Otra
que tal. ¿Y si se da el caso de que no se tiene padre conocido? Esto habría que
empezar a cambiarlo, hay que modernizarse, o bien, arrejuntar el tema y que sea
el Día de los Padres. De esta manera se celebrará por igual si eres hijo de
peras y manzanas o solo peras, peras o en su caso, natural de un manzano.
¿Y qué me dicen de lo de los regalos? Si hacemos esto,
acabamos con la discriminación. Se puede regalar una aspiradora en día tan
señalado y ambos deberán usarla, aunque sea por quedar bien. Las compañías de
perfumes empezaran a sacar botes de a litro para uso común y los varones, en
vez de la consabida corbata, recibirán, en compañía, un pañuelo que sirva para
ambos padres, de tal manera que poco a poco iremos cambiando esa costumbre tan
de ahorcado que es una de esas sogas de seda que se ponen los pobres chicos.
Ya veis que siempre tengo un roto para un descosido y que
una máquina de coser es tan bonita y potente como una taladradora... ambos
regalos empiezan a no tener sexo, con lo cual todo es puro amor.
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